El naufragio

Ciudad de México /

Al hacer las benditas redes sociales las inevitables comparaciones entre el naufragio del hermoso buque Cuauhtémoc y el país bajo Morena, Claudia Sheinbaum se trepó en su atalaya y pidió que no politizáramos la tragedia. El desplante se lleva las palmas: la T4 se la ha pasado convirtiendo el acontecer nacional en uno y otro agravio histórico, en lacrimosos gritos de batalla que, sin el menor provecho para las víctimas, tienen como fin único el golpear a sus críticos. 

Y, hablando de politizar: con o sin la anuencia de la Marina, momentos antes del desastre se dieron cita sobre la cubierta del barco cuatro representantes del comité de Morena en Nueva York. Sí, hay tal cosa como ese comité, y hay que decir que está bien organizado y fondeado —falta ver por quién—, con rostros conocidos que llegan puntuales en las fechas patrias, frente al consulado, a los juzgados y en todo evento alusivo a México, con sus pancartas y máscaras bien decoradas para la ocasión, repitiendo las consignas del partido de Estado al sur del Bravo sin quitarles ni una coma: la culpa de todo es de los conservadores, del PRIAN, de García Luna y de Calderón. Su actitud suele ser tranquila, salvo cuando lanzan gritos contra, digamos, los congregantes de las marchas por la paz, o cuando acosan a los invitados de visitantes como la ex candidata Xóchitl Gálvez. 

En esta ocasión, poco antes del desastre, se grabaron frente a los mástiles iluminados pidiéndole a los compatriotas, sin que el Instituto Nacional Electoral haya dicho desde entonces ni un mustio pío, votar por Lenia Batres, César Mario Gutiérrez Priego e Isaac de Paz. Encima, fueron clarísimos en sus intenciones: “Paisanos, no olviden este 1 de junio salir a votar por nuestros jueces y magistrados, es muy necesario para que tengamos la mayoría”, dijo una de sus mujeres. 

La mayoría. Porque la idea, claro, no es buscar un mejor modelo de justicia, o erradicar la corrupción, ni menos, como dice la mandataria que quiere vender popularidad como garante de imparcialidad y de capacidad, hacer democracia, sino arrasar, avasallar, mayoritear, dominar. Sheinbaum se atreve a pedirnos no politizar la tragedia cuando no hay mayor tragedia que politizar la justicia poniéndola en manos de un INE y un TRIFE desarticulados y maniatados, mediante elecciones turbias donde el Estado y sus grupos de interés se meten hasta la cocina, con boletas más crípticas que el Manuscrito Voynich, un nivel de participación que se espera biafrano, candidatos seleccionados por sectarios —no pocos de ellos impresentables—, y un gobierno que cada vez tiene menos empacho en torcer la fuerza y la ley para silenciar y amedrentar a los disidentes.

Con todo, parece ser que la farsa democrática va a lograr su cometido: según una encuesta Mitofsky de ayer, la ministra Yasmín Esquivel encabeza con un 20 por ciento las preferencias para liderar la Suprema Corte, y Lenia Batres le sigue con un generoso 16 por ciento. 

Allí está, pintada, la sabiduría del voto popular. Y allí está, también, la tragedia del Cuauhtémoc como metáfora del país.


  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
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