La crueldad es el punto

Ciudad de México /

Cuando creemos que el Presidente ya no puede caer más bajo, cuando pensamos que no puede refinar más su mezquindad, se supera. Apenas la semana pasada Ceci Flores, madre de dos desaparecidos que ha encontrado en su infierno de búsqueda a miles de cadáveres ajenos, reveló la posible existencia de un crematorio clandestino en la ciudad de la desesperanza, y López la acusó desde su atalaya mañanera de traficar con el dolor humano sin que se le achicharrara la lengua.

No había pasado una semana y ya estaba el Presidente desenterrando el expediente de Fernando Márquez, quien en 2004 cayó a su muerte desde la torre de Pemex cuando era allí coordinador de asesores. ¿Por qué? Pues porque la viuda de Márquez es María Amparo Casar, autora de Los Puntos sobre las Íes: El legado de un gobierno que mintió, robó y traicionó, libro que documenta con contundencia brutal la ineptitud y corrupción rezumante de la T4. En respuesta, López Obrador procedió a acusarla de haber manipulado los hechos y de haber presionado al fiscal para registrar como muerte accidental lo que el peritaje final marcó como suicidio.

No queda claro si eso sea causa de nulidad para una pensión, pero qué más da: quien ha negando y desestimado constantemente la flagrante corrupción de sus familiares y allegados, quien se ríe de las masacres y dice que la caída de la línea 12 son cosas que pasan, se llenó de furia justiciera por este fallo que nadie había impugnado en 20 años y de inmediato mandó cancelar los pagos, además de exigirle a Casar —en metafóricas letras chiquitas la mujer perversa, fatal y avariciosa del cuento— la restitución del dinero. Encima, el gobierno más opaco del México moderno de inmediato montó una página abierta al público con todos los pormenores del caso, incluyendo información personal de la aludida: desde su credencial de elector hasta cheques y recibos de pago.

¿Qué ha hecho Casar para merecer semejante andanada de ruindad? Nada menos que develarnos, desde Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, la organización que preside, los grandes éxitos de la corrupción del sexenio, esos que el presidente no se cansa de negar y de justificar: el desfalco millonario en Segalmex, la Estafa maestra, los sobornos de Odebrecht, la operación de Morena para usar el dinero de los damnificados del sismo de 2017 en sus campañas, los amiguitos favorecidos por Andy López Beltrán, las adjudicaciones directas del AIFA y, la última en el tintero, las casas que se le desaparecieron a Claudia Sheinbaum.

El uso del aparato de justicia para perseguir y acosar a los percibidos como enemigos del Presidente, como en los mejores tiempos de la dictadura de ese PRI renacido hoy en Morena, en modo alguno es la excepción en este sexenio humanista. Lo que resalta en este último ataque es la sevicia: la crueldad desalmada, la intención de humillar, de flagelar con dolores personales y familiares que debían serle sagrados a cualquier persona medianamente decente. Pero en este sexenio la crueldad es el punto. Y me temo que conforme se acerque el ocaso de su poder oficial el rencor vivo que tenemos en Presidencia sólo se va a poner peor. 


  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
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