Los apagones

Ciudad de México /

El calentamiento global, como su nombre lo indica, en modo alguno es exclusivo de México, y sus características van más allá del aumento simple o lineal de las temperaturas: hay regiones que se ven mermadas por las peores sequías mientras otras se anegan. Hay geografías donde los inviernos se hacen más crudos, o los veranos más largos, o donde los huracanes nivel 5, antes infrecuentes, se presentan en cadena.

Así que no, los calores sofocantes que han dejado a las paradisíacas y estables temperaturas de nuestra capital en un mero recuerdo, que han secado al lago de Pátzcuaro y que han hecho pasar al recio norte de horno de convección a culo de Satanás no nos azotan sólo a nosotros. Lo que sí es característicamente nuestro es la estulticia de un gobierno que le ha dado la espalda a la ciencia y a los expertos para apostarle a ideas rancias con sorprendente orgullo; cuando hace dos años López Obrador inauguró la refinería de Dos Bocas que, como se lo advirtieron, se ha inundado un mes sí y otro también, que a la fecha ha costado el triple y que sigue sin terminarse, dijo así: “Ignoramos el canto de las sirenas que … predecían el fin de los combustibles fósiles y la llegada masiva de los coches eléctricos y de las energías renovables”.

Quizá a López la realidad no le haga mella, pero la Unión Europea acaba de mandar que todos sus vehículos emitan cero emisiones para el 2035, y hace dos meses en Estados Unidos se firmó que antes de ocho años, dos terceras partes de los coches nuevos en el país deben ser eléctricos. Y, por cierto, en esos lares arrecia la misma crisis climática que en México sin que vivan acogotados por apagones generalizados.

Encima, de la mano de Manuel Bartlett, su fiel desfacedor de sistemas en la CFE, el presidente ha intentado matar toda inversión privada en la generación de energías limpias y renovables en nuestro país. ¿Por qué? Pues porque él piensa que los mexicanos debemos obtener nuestra luz sólo de su gobierno, aunque ésta sea cara y mala. ¿Y por qué no le apuesta, con todos los recursos del Estado, a modernizar la industria a través de nuevas y mejores formas de producción, en vez de envenenarnos con refinerías contaminantes y de imponernos redes eléctricas tan insuficientes como ineficientes?

Pues porque tenemos un presidente que, además de encontrarse mentalmente atorado en las falsas glorias de los años 70, se ha dedicado los últimos seis años a enquistarse en el poder y a engrandecer su hagiografía, y no a mucho más. Desde el 2022 desestimó la crisis en puerta así: “Tenemos reservas suficientes … si se tratara de Texas, allá sí tienen problema, porque ellos privatizaron toda la industria eléctrica, y nosotros estamos rescatando de la privatización a la industria eléctrica nacional”.

Ajá. Rescate mis tanates: a otro perro con ese hueso de que los apagones se dan por un calor cada vez menos atípico, y menos aún por “el neoliberalismo”; se dan porque tenemos funcionarios ineptos, obtusos y abúlicos. Y si no queremos otro sexenio igual, o peor, acordémonos cuando vayamos a votar de todas las veces que nos quedamos sin luz a 40 grados. Si no, mereceremos con creces la oscuridad que llegará al país para quedarse.


  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
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