Ya sé que soy una aguafiestas, pero la normalidad, o lo que quede de ella, no llegará al mundo hasta que exista una vacuna contra el covid-19. Entre los 130 y tantos prototipos, solo uno ha sido palomeado para uso en humanos. No cantemos victoria: la vacuna Ad5-nCoV, desarrollada en colaboración entre el ejército chino y la empresa CanSino Biologics, será aplicada únicamente entre sus propios soldados; por lo visto, el gobierno chino piensa usar a su propio ejército como población de control. Otro modelo de vacuna ha sido ofrecida en cantidades muy limitadas a sus diplomáticos y a personal esencial que requiera frecuentes viajes al extranjero.
China tiene la dudosa ventaja de ser una dictadura económicamente solvente y de contar con una población medianamente ilustrada y altamente disciplinada. Ellos fueron quienes, en enero 10, descifraron el mapa genético del patógeno, pieza indispensable en el desarrollo de la vacuna. Para el resto del planeta son aún mayores las dificultades económicas, logísticas y éticas en el farragoso recorrido de la inmunización entre los pizarrones académicos y la carne humana. Porque encontrar una fórmula segura y eficaz es solo el principio; después habrá que producirla, distribuirla y aplicarla, y eso es mucho más difícil de lo que parece. Para muestra un botón: no existen hoy suficientes jeringas, ni botecitos de vidrio estériles, para envasar y aplicar siete mil ochocientas millones de dosis, las necesarias para cubrir a la población mundial.
Pero, empezando por el principio, cerca de 12 prototipos ya han sido probados en humanos, con diferentes grados de efectividad y hasta ahora sin efectos secundarios graves; en Estados Unidos la compañía Moderna está en proceso avanzado de pruebas, probando su prometedora fórmula, y su correspondiente placebo, en 30 mil personas este verano. Lo mismo harán Johnson & Johnson, AstraZeneca en colaboración con la universidad de Oxford —gracias a un donativo de 750 millones de dólares de la fundación de Bill y Melinda Gates, que si todo sale bien permitirá producir 2 mil millones de dosis— y Pfizer, de la mano con la alemana BioNTech. Rusia acaba de anunciar que ha terminado, con éxito, pruebas clínicas de su versión en humanos, despidiendo a sus últimos voluntarios en las próximas semanas.
Estas y algunas compañías más confían en poder producir cientos de millones de dosis para fin de este año o inicios del siguiente. 300 millones de unidades de la vacuna AZD1222, de AstraZeneca —en caso de que las pruebas en proceso, que concluyen en agosto y que han sido aplicadas entre 10 mil voluntarios, sean satisfactorias—, han sido comprometidas para Estados Unidos, y 100 millones para Inglaterra.
Se va viendo, pues, quienes serán los humanos que primero se pondrán a salvo de este flagelo, con el resto yéndose a la cola a esperar en reclusión, enmascarados y en recesión económica, por meses o años, antes de recibir su piquete salvífico. Me pregunto si el gobierno de México ha hecho plan alguno para garantizarle, más pronto que tarde, el acceso a alguna de estas fórmulas a sus ciudadanos.
@robertayque