Milenio logo

Unidad nacional

Ciudad de México /

Ahora resulta que quienes han desdeñado groseramente a las víctimas y a los desprotegidos, quienes criminalizan, insultan y agreden a los críticos y opositores, quienes han emprendido una guerra contra todos los contrapesos democráticos, quienes, en suma, una y otra vez se han reído al pasarse la ley por los tanates, hoy que están en las antípodas de un Trucutú que se comporta asombrosamente igual, nomás que en más grandote, más peludo y más naranja, nos piden que los respaldemos en un frente unido contra el masiosare.

Disculpen si no me levanto en armas, pero me suena hueco el respeto que piden los que se jactaron de habérnosla metido doblada. Tampoco me conmueve la ayuda que buscan los que han desfondado a las instancias de protección ciudadana y desaparecido a la mayoría de las organizaciones no gubernamentales por querer ser el único dedo con atole. Ahora quieren diálogo los que en siete años de gobierno le han dejado muy en claro a la oposición que si los ven y los oyen es para vilipendiarlos, y hablan de merecer dignidad cuando hicieron de la oficina de Derechos Humanos una burla. “Es momento de unidad nacional, apoyo total y sin reservas a la postura de la presidenta Claudia Sheinbaum frente a las amenazas del Norte”, dijo Clara Brugada al festejar los primeros 100 días de su gobierno, uniéndose al coro de Monreal y de Fernández Noroña en las Cámaras, de los gobernadores, incluyendo algunos de oposición, de sus intelectuales y escritores organigrámicos y de los caciques del partido de Estado 2.0.

Nadie pone en duda que Trump sea un craso gorila que representa los peores rasgos de los estadunidenses, y que México, la punta de su ira y su socio más cercano —pero también el más disparejo en poderío económico y militar—, está siendo sometido por el recién inaugurado presidente a humillaciones y extorsiones con base en estereotipos raciales ofensivos y mentiras llanas. Me dan náusea los que se congratulan de que por fin “alguien” esté combatiendo a los cárteles, porque es como agradecerle al lobo que cuide a las ovejas del coyote.

Pero tampoco hay duda de que López Obrador nos inauguró un aislacionismo palurdo que nos ha alejado del concierto de los países civilizados para ayuntarnos en vez con impresentables como Putin, Maduro, Díaz-Canel y Ortega. Que sus huestes llegaron al poder inflamando el encono, el resentimiento, la división y la cizaña como estrategia de campaña, dinamitando puentes y despreciando cualquier intento de escuchar al otro, a cualquier otro, encerrándose literal y metafóricamente tras las murallas de su palacio, siempre de espaldas al pueblo que no les parece lo suficientemente bueno.

Por supuesto que, entendiendo la diferencia entre el Estado y sus efímeros gobiernos, los mexicanos debemos defender a la suave patria de los embates autoritarios, corruptos y oscurantistas de Donald Trump. Pero, al margen de la bonita retórica, no sé qué tanto ayudemos a la causa en los hechos cuando ya se vio lo poco que hicimos por defenderlo de sus sucedáneos autoritarios, corruptos y oscurantistas en México.


  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.