Tuve un hermano que fue dueño del equipo de béisbol Venados de Mazatlán y luego, durante muchos años, dirigente de los Tomateros de Culiacán (hasta su muerte hace pocos meses, por covid). Un día vino a México y nos invitó a mis hijos y a mí, a un partido. Fuimos al estadio Fray Nano. Como era de esperarse, nos trataron muy bien, a mis hijos les regalaron hot dogs, refrescos y pelotas firmadas por los peloteros, mientras veíamos el juego en el mejor palco. Entonces mi hijo, que tenía unos 8 años, le preguntó a mi hermano: “Oye tío… ¿y te pagan por esto?”
Muchos años después, en la familia nos reíamos con esta anécdota, pero en el fondo, nos dábamos cuenta de la enorme suerte de trabajar en algo que a uno le gusta y que además le paguen por ello. Así me he sentido yo todos estos años en MILENIO: privilegiado por poder decir lo que pienso, con total libertad… y además me pagaron por ello.
Escribí durante 22 años todas las semanas, creo que con una o dos excepciones. Eso significa más de 1140 artículos. Se dice fácil. Nunca tomé “vacaciones”. Siempre sentí una responsabilidad con mis lectores y con las personas que me contrataron, para llenar ese espacio, con ideas; buenas o malas, pero que intentaban salirse del camino obvio y previsible. Publiqué incluso varios libros con recopilaciones temáticas de mis artículos. Escribí también para la ya desaparecida revista Milenio Semanal, colaboré en temporadas de manera intensiva con MILENIO Radio y con MILENIO Tv, con el que armamos programas especiales en el momento de las visitas de los papas a México, teniendo los mayores ratings registrados.
Así que, sinceramente, no tengo más que un enorme agradecimiento a MILENIO por todo lo que me ha dado, a sus directivos y, por supuesto, a los lectores que me han acompañado (sin necesariamente estar de acuerdo conmigo) durante todos estos años.
Espero, sinceramente, haber contribuido con mis escritos a frenar autoritarismos y políticas públicas equivocadas. Mi primer artículo periodístico lo publicó don Carlos Payán en La Jornada, en 1988, en primera plana, cuando yo me acababa de doctorar a los 30 años, para criticar lo que proponía el presidente Salinas de Gortari en su discurso de toma de posesión. Once años después, me enteré que el Presidente admitía en sus memorias haber cambiado su postura (en favor de una política plural en materia de regulación religiosa) gracias a mi artículo.
Pero esos eran otros tiempos. Neoliberales o no, los presidentes escuchaban a la hoy denostada opinión pública. Actualmente, hay que admitirlo, las cosas son distintas. Existe un acoso permanente (que yo nunca antes sentí) a los medios que no se doblegan y a los periodistas que no les son fieles o serviles. Después de la consigna presidencial de “estás conmigo o estás contra mí”, es cada vez más difícil pretender un pensamiento libre, no necesariamente inmerso en el clima de polarización generado desde lo más alto del poder. Estoy seguro que los medios, cada uno a su manera, están luchando contra eso. Yo, mientras tanto, me siento como Tom Brady, cuando los Patriotas no le renovaron su contrato: agradecido y listo para ver dónde más puedo ganar otro Super Bowl.
Roberto Blancarte
roberto.blancarte@milenio.com