Calambre espiritual

  • Tren Misterioso
  • Roberto Carson

Monterrey, Nuevo León /

Y entonces me di cuenta: soy un conducto del sinsentido y a pesar de todo, agnóstico, creo en el poder del Scrabble como destructor de mundos, pero también tengo fe en que Wilco puede repararlo todo.

No recuerdo la última vez que fui a misa que no fuera por un matrimonio, por eso para mí, los elementos de este ritual son los mejores ejemplos de lo que las generaciones menos empáticas y observadoras llaman NPC (Non Playable Character o Personaje No Jugable).

Muchas personas hablan y actúan como si en otra vida hubieran sido una piedra, el brinco de lo material a lo espiritual es demasiado para desarrollar un carácter, una filosofía o al menos tener un disco venerado bajo la almohada o en algún sitio cercano al sentido figurado del corazón.

NPC es el término que salió de los videojuegos para hablar de las personas grises, sin alma, ni personalidad, que existen para llenar lugares, y que nadie conoce a fondo, pero también es una manera de personificar el ultra cinismo moderno que nos persigue. 

Hay una filosofía no oficial del post covid que se traduce en que no necesitas conocer a nadie que no tenga algún involucramiento directo en tu vida, por ello, no es importante. Sólo existe ahí para saludar o despedir al protagonista, que no somos nadie o somos todos.

Actuar como si los NPC fueran una subespecie de la humanidad no alimenta ninguna teoría de conspiración, sólo nos da señales de que la egolatría humana alcanzó nuevas y coloridas dimensiones.

La primera vez que vi Crystal Fairy and the Magic Cactus (2013), del chileno Sebastián Silva, me pareció apenas pasable, con toques de humor limitados a la cara de gringo ególatra de Michael Cera, quien ya no quería hacer papeles como el de Superbad.

Con Rotting in the Sun (2023), el mismo director chileno lanza una comedia existencialista con misterio y decenas de penes al aire libre, pero logra burlarse de los nuevos estereotipos en la urbe mexicana, sobre todo de la Ciudad de México, en donde abundan los llamados nómadas digitales o influencers que andan descalzos y cobran en dólares.

En las películas de Silva nadie es un NPC, no hay personajes secundarios o extras, todos intervienen en la trama de alguna manera particularmente directa.

Películas que te hablan tan directo son el antídoto al cinismo que nos vacuna desde hace pocos años, a los personajes que toman el dinero de formas virtuales donde simulan ser esos personajes NPC que habitan las esferas digitales de los videojuegos en línea.

Hay ciertos niveles de virtualidad que ya desconocemos qué tan reales son, son elementos intangibles de la cotidianeidad que se convierten en presencias y cuando lo que no podemos tocar sí existe y nos toma tanta importancia, entonces es divino y lo divino siempre es necesario. 


roberto.carson@milenio.com

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