ESG, derechos de la naturaleza y Tren Maya

Ciudad de México /

Hace más de 20 años escuché de una mujer mayor algo que me impactó: “Los aciertos de hoy, son los errores del mañana”. Esta sabia señora, ponía el ejemplo del anís estrella, cuya infusión en algún momento se consideró vital para los bebés, y años después, alguien descubrió que los beneficios no eran tales, y que inclusive, tenían un efecto nocivo en los infantes.

Durante las pasadas décadas hubo un gran impulso a la infraestructura mundial, para satisfacer diferentes necesidades: sociales, políticas, internacionales, etc., pero hoy vemos que muchas de esas instalaciones causaron graves daños a su alrededor, que han causado situaciones irreversibles.

Es por eso que hoy en día se están fomentando los criterios ESG, que de acuerdo a la institución financiera BBVA se refieren a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo que se tienen en cuenta a la hora de invertir en una empresa.

En su explicación, la institución financiera, destaca cómo los inversionistas y las empresas, deben de encontrar en las inversiones, que se enfoquen en elementos que beneficien al entorno que los rodea. Es decir, una inversión realmente consciente y responsable. Y esto tiene una razón de ser muy sencilla para un banco: si dañamos el entorno, ni siquiera los negocios podrán seguir desarrollándose como lo han hecho.

En fechas recientes, el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza condenó al proyecto del Tren Maya.

Según su página de internet, el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza es una “institución internacional creada por ciudadanos para investigar y dar a conocer las violaciones de los derechos de la Naturaleza”. El Tribunal crea un foro para que personas de todo el mundo hablen en nombre de la Naturaleza, para protestar por la destrucción de la Tierra, destrucción fomentada por las empresas con el beneplácito de los gobiernos y, por tanto, el Tribunal visibiliza los conflictos y sus actores y hace recomendaciones jurídicas sobre la protección y restauración de la Tierra como jurisprudencia modelo para las comunidades de base. El Tribunal también se centra en apoyar a los pueblos indígenas para que alcen su voz y compartan los impactos que ven en sus territorios como guardianes de la Tierra. Es un espacio para compartir alternativas sobre la tierra, el agua y la cultura con la comunidad global. Los veredictos del Tribunal, si se aplican al más alto nivel, podrían proporcionar una herramienta necesaria en la lucha por la justicia ambiental.”

En relación con el proyecto del Tren Maya concluye: “Su construcción preocupa, dado que para abrirle paso, se sacrificarán más de 2 mil 500 hectáreas de selvas húmedas y secas, que representan casi 9 millones de árboles. Afectará además a cavidades subterráneas como cenotes, cuevas y ríos subterráneos, dado que transitará por encima de estos ecosistemas únicos que resguardan especies endémicas. Otros efectos colaterales que implica esta transformación de ecosistemas son la contaminación acústica, los incendios, la afectación de reservas de agua y de gestión de residuos, daño a la fauna, contaminación de la selva y fragmentación de ecosistemas, entre otros. “

El reclamo no ha sido nuevo. Muchas organizaciones han destacado el daño irreversible que este proyecto causará en una zona bendecida por la naturaleza millones de años atrás, pero sus promotores han sido absolutamente evasivos.

Mi comentario sobre todo lo anterior es lo siguiente:

El problema no es el Tren Maya solamente. Son los miles de “Trenes Maya” que en el mundo están socavando un planeta que está comenzando a mostrar los efectos de “los aciertos del ayer”.

No podemos seguirnos dando el lujo de generar proyectos que lastimen medio ambiente, comunidades, derechos humanos, pero sobre todo, el futuro de las siguientes generaciones.

Es tiempo de que nos demos cuenta de que los hijos y nietos de todos aquellos que promueven este tipo de proyectos sufrirán, a la par de todos los demás humanos que existimos, los efectos perversos de la falta de conciencia de proyectos de infraestructura que lastiman irreversiblemente a la humanidad.

Un Tribunal internacional como el que comentamos, con grandes aportaciones pero con efectos fantasma, es de gran importancia para la concientización de los problemas, pero de nulo efecto para aquellos que están contraviniendo el futuro del planeta.

De ello que necesitamos al menos:

a) Un órgano consultivo público-privado que evalúe los efectos ESG de los proyectos de gran impacto y que dé seguimiento a su evolución.

b) Un mecanismo legal que permita controlar y sancionar las violaciones a los principios de ESG de ambos sectores.

c) Un respeto irrestricto de los sectores involucrados a esta guía.

Si sabemos que el anís estrella no es el remedio para el dolor de estómago, y lo seguimos tomando o dándoselo a nuestros hijos, es el claro ejemplo de la falta de amor por nuestros hijos.

Cualquier proyecto que se realiza para ensalzar a una persona, movimiento o interés, que no sea el del bien común, atenta contra el propio espíritu de la ingeniería: solucionar los problemas con los que la vida cotidiana, nos sorprende.


  • Roberto Hernández Garcia
  • Abogado experto en derecho de la construcción, especialista en dispute boards y arbitraje; director de COMAD S.C.
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