Imaginemos que somos directores de un equipo de futbol. El delantero estrella se lastima en un momento crítico del partido y hay que sustituirlo de inmediato. Voltea a la banca y ve al único jugador que puede reemplazarlo. El problema es que el futuro sustituto no fue a los entrenamientos, no está en condiciones físicas idóneas y aunque a la gente no le desagrada, tampoco es el mejor candidato para el momento estelar.
Así esta México ante el denominado nearshoring, término que significa “relocalización de las cadenas productivas desde otros lugares del mundo hacia países con cercanía geográfica”, según el Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco), entidad que en su estudio: “Nearshoring: oportunidad que desafía a las entidades mexicanas”, señala que existen retos en materia laboral, de vivienda y servicios básicos, infraestructura, transporte público, agua, energía eléctrica y marco regulatorio para que la relocalización cumpla con los efectos deseados.
El Imco concluye que “los resultados obtenidos son útiles para identificar los retos que enfrentan las entidades para aprovechar las oportunidades que ofrece el nearshoring. Para hacerlo, todos los esfuerzos de planeación en materia de construcción y modernización de la estructura económica de los estados deben tener una visión de corto y largo plazos, de forma que faciliten el desempeño de actividad económica en todos los sectores. De lo contrario, el contexto actual de incentivos para la relocalización de cadenas productivas hacia América del Norte serán oportunidades desperdiciadas para el desarrollo del país”.
Sumado a este importante análisis, destacamos la evaluación de JP Morgan Chase, en el sentido de que México ocupa hoy el nada honroso décimo primer lugar de riesgo país en América Latina, mientras que en 2015 se encontraba en el quinto lugar.
Similar resultado reprobatorio percibimos de México en el ranking de paz global, en el Índice de Paz Global (Global Peace Index) que publica el Institute for Economics and Peace, en el que nos indica que nuestro país se encuentra en puesto número 137, por lo que se considera “un país peligroso”.
En este contexto, noto que hay una excesiva emoción en la población mexicana por el nearshoring como la “oportunidad del futuro de México”.
Sin embargo, tenemos que ser realistas en el sentido de entender que México no se encuentra en condiciones realmente idóneas para un reto de esta naturaleza y que tiene mucho que trabajar para lograr los objetivos que el nearshoring requiere.
La preparación debió empezar muchos años atrás, con políticas gubernamentales e industriales que en forma conjunta pensaran en el bienestar de nuestro país, y con la conciencia de la envidiable situación geopolítica en la que nos encontramos.
Por desgracia, los mexicanos somos adversos a la planeación y vivimos un poco día a día, sin considerar los retos que el futuro nos presente.
Pero nunca es tarde y, obviamente, México no se moverá del lugar geográfico donde se encuentra (a menos de que tengamos un gran cataclismo tipo Hollywood), por lo que es importante recuperar el pasado perdido y actuar en el presente, viendo al futuro con seriedad.
Según este autor, esto implica al menos lo siguiente:
* Una reconciliación entre los sectores público y privado en el desarrollo de infraestructura estratégica.
* Un importante fortalecimiento al estado de derecho.
* Políticas claras y precisas que fomenten el bienestar social.
* Un plan a mediano plazo revisable a largo para hacerlo sostenible.
Ciertamente, el nearshoring es y será una realidad, pero lo importante será no lo que suceda, sino que sea exitoso y en forma sostenible, y que aquellos que crean en México se queden aquí porque es la mejor opción que pueden tener, y no que en algunos años huyan o terminen en arbitrajes internacionales de inversión.
Regresando a nuestro partido de futbol: ¿qué tipo de jugador quiere ser México en el nearshoring: la nueva estrella que sorprende o el conocido mediocre que siempre llega al “ya merito”? Como dice el dicho en inglés: “food for thought”.