La bandera política de Francisco Ignacio Madero González “Sufragio efectivo, no reelección”, que hoy recupera López Obrador, fue quebrantada bajo la presidencia de Peña Nieto cuando promovió la reelección de Senadores, Diputados y Presidentes Municipales; Peña con gusto hubiera hecho suyo el lema con una leve modificación “Sufragio efectivo no, Reelección”, pero no se atrevió a tanto aunque marcó el camino para estar ad hoc con la necesidad de reelección que el neoliberlismo requiere para afianzar el poder político al servicio del capital y no de las masas ciudadanas.
El caso Bonilla, quien arregló que el Congreso de Baja California aprobara la extensión de su mandato de dos a cinco años, es un efecto de que no se hubiera avanzado a la reelección de gobernadores y Presidente de la República.
Así al no poder reelegirse optó por el hecho promovido. La suspicacia de la oposición a López Obrador, al no declararse abiertamente en contra de la medida a pesar de declararse maderista y por tanto demócrata pleno, apuntó a la posibilidad -teniendo mayoría en el Congreso General-, de ir a una modificación a la Constitución, para poder reelegirse.
De esta manera, presionado por su no claridad ante el suceso, se le ocurrió firmar ante notario su compromiso de no buscar la reelección; innecesario evento porque la constitución lo prohíbe, por tanto debió comprometerse a no reformar la Constitución a favor de la reelección.
Lo anterior para que no suceda como cuando Porfirio Díaz, quien en dos ocasiones, contra Juárez (1871) y contra Sebastián Lerdo de Tejada (1876), basó su campaña política en el principio de la no reelección, terminó por modificar la Constitución y perpetuarse en el poder treinta años.
Para ser congruente y pertinente con su maderismo y demostrar ser auténticamente partidario de la no reelección, sí debió comprometerse a revocar las modificaciones al Artículo 59 Constitucional perpetrada por Peña Nieto; esa sería la pertinente acción digna de la 4ª transformación, porque es un acto contra neoliberal, pensado para que los diputados y senadores hicieran leyes a favor de los negocios y la corrupción del capital nacional y transnacional, en una continuidad conveniente. Pero nada, ante eso sólo el silencio de él y de los diputados y senadores, que permiten se les diga dizque de izquierda.