Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo.
John Steinbeck
El próximo presidente debe poner en marcha una reforma cultural como parte del Plan Nacional de Desarrollo y del Programa Sectorial de Cultura”. Ésta es la primera de 160 propuestas concretas que hacen los cuarenta autores de ¡Es la reforma cultural, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018–2024, coordinado por Eduardo Cruz Vázquez y editado por Francisco Moreno (México: Editarte Publicaciones, 2017) y, como lo indica explícitamente el título, va dirigido a quien quiera que gane las próximas elecciones.
Comunicadores, editores, historiadores, politólogos, empresarios, escritores, periodistas, teatreros, músicos, físicos, pedagogos, promotores y gestores culturales, filósofos, sociólogos, abogados, antropólogos, etnólogos, arqueólogos, economistas, funcionarios públicos, guionistas y consultores, todos altamente calificados para analizar los diferentes aspectos del estado de la cultura en México, exponen desde su experiencia y especialidad cómo una agenda pública inteligente, sensible y versátil en este importante rubro puede incidir en el crecimiento y el bienestar del país. En un país violento y que parece estar siempre al borde del colapso, “el debate de las ideas”, dice Francisco Moreno, “las propuestas, las iniciativas y los derroteros que hemos transitado hasta hoy nos obligan en estos tiempos a ver de frente a los actores encargados de ejecutar las políticas públicas, a confrontar la cerrazón, la apatía, el desinterés y el abandono, para hacer realidad un cambio efectivo y viable”.
Una reforma cultural debe comprender necesariamente a los creadores, los administradores y gestores de la cultura, los emprendedores y los empresarios, los funcionarios y, desde luego, a la llamada sociedad civil. “Los tiempos son propicios”, dice Moreno, pues ya hay una Secretaría de Cultura, una Ley General de Cultura y Derechos Culturales, “y una comunidad ávida de cambios”. Realista, reconoce que los intereses de los partidos raras veces coinciden con los de las comunidades, pero ve en este libro la oportunidad de invitar a los candidatos a conversar, a debatir y a lograr acuerdos. Esto, que puede parecer muy general, está nítidamente expuesto por los autores en la Introducción y los cuatro capítulos de este volumen ya indispensable: Visiones sobre la estructura sectorial, Ciertas aristas del sector cultural, La diversidad del sector cultural y Agenda de desafíos del sector cultural, más un Resumen ejecutivo que sintetiza con precisión las propuestas de cada autor.
Este libro, dice Eduardo Cruz Vázquez, está “inspirado en el pragmatismo del tiempo electoral. A quienes participan se les pidió anteponer los problemas y soluciones, es decir, la elaboración de propuestas viables según su campo de especialidad, a los análisis a profundidad. Y en el menor número de caracteres posible”. La intención es que este libro llegue a las manos de los actores políticos en todos los niveles y, sobre todo, a los que aspiran a gobernar este país –confiemos en que en el entorno de todos ellos hay políticos sensibles a estas propuestas y que posiblemente pondrían en marcha la necesaria reforma cultural.
“México tiene la mejor infraestructura institucional de cultura de América Latina y de otras regiones”, escribe Néstor García Canclini, “de manera que la primera tarea es sostener y renovar lo que existe”, y se pregunta: “¿Qué significa o puede representar la producción cultural en relación con la violencia y con la desintegración social tan extendida en todo el país en los últimos años?”. A las preguntas, reflexiones y propuestas de García Canclini se suman las de Eduardo Nivón Bolán, Eduardo Matos Moctezuma, Alberto Ruy Sánchez, Cissi Montilla, Horacio Franco, Liset Cotera, Carlos Anaya Rosique, José Franco, Eduardo Caccia y otros treinta especialistas.
En el Resumen ejecutivo, la reportera Judith Amador Tello divide en catorce secciones las 160 propuestas: Reforma cultural, Patrimonio cultural, Educación, Diplomacia cultural, Arte, Artes plásticas, Cine y medios audiovisuales, Medios de comunicación e Internet, Ciencia, Empresas culturales, Becas y apoyo a la creación, Arte y culturas populares, Participación ciudadana y Propuestas generales para el sector cultural.
Algunas de las propuestas son: “El Congreso debe reformar la Constitución para establecer que la cultura es una actividad estratégica y prioritaria”. “Revisar la estructura institucional con la cual opera el Estado para implementar políticas culturales generadas a partir del trabajo transversal de los sectores público, privado y la sociedad civil”. “Mirar modelos culturales exitosos de desarrollo de la economía cultural de otros países, particularmente de Europa, donde hay híbridos entre el sector público y el privado”. “El presupuesto federal debe incrementarse año con año para los rubros de cultura, ciencia, tecnología, industrias culturales y alcanzar el 2% del PIB”. “Los museos deben ser espacios interactivos, de venta de obra, con inversión privada, impulso a la adquisición, a las vanguardias y propiciar un mayor acercamiento con la población”. “Que las bienales, premios y salones sean organizados de manera tripartita por empresas, gobierno y especialistas para blindar su operación y dar salida a las diversas propuestas plásticas”. Y así muchas más.
¿Cuál de los candidatos podría emprender, como presidente, una reforma cultural que impulse el crecimiento y el bienestar del país? Debe ser uno que no recorte el presupuesto para la cultura, sino que lo incremente cada año; que entienda el papel decisivo de la cultura en la transformación de un país que ha vivido mejores momentos que el actual.