La creación de contenidos es un asunto de todos, aunque aparentemente sólo está en manos de unos cuantos como los influencers, productores, cineastas, líderes de opinión y gobernantes, pero al final todos consumimos.
Hoy los contenidos abundan en las redes sociales y no siempre sus divulgadores son los más aptos para crear los mensajes para las audiencias.
Justo esta semana tres sucesos me hicieron reflexionar en manos de quién están los contenidos y si deberíamos o no regularlos.
El primer ejemplo que nombraré es la serie Vinagre de manzana, que nos muestra como una influencer australiana sin preparación académica modificó la opinión de la gente, a tal grado que pacientes de cáncer abandonaron sus tratamientos médicos por curas alternativas.
En 2022 datos del INEGI revelaron que en México existían 400 mil influencers, lo que nos colocaba como el tercer país de América Latina con mayor cantidad de "generadores de contenido" para las redes sociales. Y destacaba que el 87% de ellos sólo tenía el nivel básico de estudios.
La segunda noticia que me impactó fue el asesinato de la influencer Valeria Márquez mientras hacia una transmisión en vivo. Y de manera similar también mataron a la modelo colombiana María José Estupiñán. Independientemente de sus amistades y fuente de ingresos, ellas con un posteo eran capaces de cambiar el tema de conversación del momento en el público joven.
Recordemos que Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2021: WhatsApp, Facebook, Instagram, Messenger y YouTube fueron las redes sociales más usadas por gente joven. Lo que confirma que quienes sean populares en éstas, tendrán un gran alcance.
Finalmente, supe que el gobierno de Rusia veta los contenidos que promuevan la “ideología libre de hijos” tanto en películas como en noticias. Y además negó a las mujeres el acceso al aborto porque desean mitigar la baja natalidad.
Como vemos quienes están detrás de los contenidos no siempre son los más acertados, por ello lo ideal es analizar bien lo que nos lanzan y sus intenciones, no vaya a ser que nos aparezca otra Marilyn Cote.