No somos tontas

Puebla /

Sí tu jefe te manotea y avienta las hojas cuando te regaña o si el organizador de un concurso te pide una explicación por tu desempeño, pero no te deja ni contestar y te llama "tonta o estúpida", claro que debes salir de ese espacio tóxico.

Por eso aplaudo que Fátima Bosh, presentante de México en Miss Universo se retirara de una reunión tras escuchar insultos de Nawat Itsaragrisil, director de la región oriental.

En la vida diaria nadie quiere perder su trabajo o su lugar dentro de una competencia, pero a veces el precio es muy alto, y pagarlo no vale la pena. Eso fue lo que pensó Fátima, y sus compañeras, que en un acto de sororidad la apoyaron y se retiraron de la sala, pese a que Nawat les amenazó con dejarlas fuera del concurso si no regresaban a sentarse.

En el vídeo, notamos cómo el sujeto intimidó desde su jerarquía a Fátima, quiso imponer su punto de vista y condicionar la participación de las chicas, todo lo que llamamos: relación de poder. Y esta es perjudicial porque causa un daño psicológico en la víctima y genera desigualdad en la sociedad.

En el pasado, Michel Foucault analizó las relaciones sociales e identificó que el poder está en toda relación humana, en la medida en que existen contextos históricos específicos que se definen a través de los discursos, instituciones, normas y valores. De allí la importancia de que nosotros, como sujetos de derecho, en este caso como mujeres empoderadas, lo seamos en el discurso pero también en la realidad, pues tenemos el derecho a no ser violentadas.

Aunque en la cultura tailandesa se tenga un respeto a los mayores, no está prohibido responderles, siempre y cuando se haga de manera adecuada, cosa que sí hizo Fátima, quién incluso se disculpó con el país y explicó el motivo de su retirada.

Al final tras la cancelación social, Raúl Rocha presidente de Miss Universo anunció sanciones a Nawat Itsaragrisil y permitieron que las chicas se reintegraran a la competencia.

Ojalá aprendamos de esta historia y no permitamos malos tratos en casa o el trabajo, pues todos merecemos respeto y hay que marcar límites si es que alguien nos insulta, pues no somos tontas ni estúpidas para no ver sus verdaderas intenciones, que atentan contra nuestra dignidad.


  • Rosario Portillo
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