Cuán diferentes pueden ser el gato, el capibara y el lémur. La diversidad probable es mayor si asumimos las diferencias de personalidades de todos los seres sintientes.
Cuando se trata de humanos, específicamente de figuras políticas, las discrepancias pueden ser inconmensurables, añadidas coyunturas e ideologías. Para el caso de los tres primeros, animadamente, fluyen, como en la película patrocinada para la CdMx, por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, en ese fenómeno de acercamiento afable y socialmente creativo bautizado como Zocalito de las Infancias.
Los protagonistas de Flow carecen de lenguaje común en la película silente, no comparten hábitos, uno duerme cuando otro acecha, otra flota mientras el otro trepa. Sin embargo, avanzan; fluyen.
La animación merecedora del Oscar también es metáfora de una comunidad con riesgos. En el mundo real, el flujo no elimina el conflicto, lo supera. En el caso de México y Estados Unidos, el flujo es construcción sobre la incertidumbre impuesta por Donald Trump, evitada con suavidad de estadista por Claudia Sheinbaum y aprovechada como contexto de debate por Ernesto Zedillo.
Normalidad democrática sobre la tensión.
Los intereses del capitalismo real vigente son más consistentes que las declaraciones. El T-MEC —hijo modernizado del viejo TLCAN— es la expresión institucional de esa dinámica. Resiste administraciones, muros, cambios de partido y hasta insultos diplomáticos. Sobre ese mundo estratégico diseñado en la gestión de Carlos Salinas, renovó Andrés Manuel López Obrador y mantiene estabilidad y progreso Sheinbaum.
En la sexta llamada telefónica como Presidenta y Presidente se ratificó el deseo de acuerdos. La lógica del flow no exige igualdad ni de posiciones ni de proyectos. Trump necesita a México como plataforma de producción a partir de mano de obra cuyo costo es una quinta parte de la estadunidense, imbuida en mercancías o en servicios, así como mercado y consumo. Sheinbaum requiere de Estados Unidos como principal socio comercial, fuente de inversión y de remesas.
Lógica similar aplicable en la inevitable comparación colocada esta semana en el debate público por Sheinbaum y Zedillo. Él, tecnócrata por antonomasia, símbolo del neoliberalismo, defensor del libre comercio como dogma; ella, una figura nunca priista y comprometida con el proyecto del cambio de régimen iniciado en 2018. Ambos convergen en la estabilidad económica como base de la estabilidad política. El priista sostuvo el TLCAN incluso después del error de diciembre y del levantamiento zapatista. La morenista mantiene el T-MEC como columna del crecimiento.
Flow es movimiento y diferencia. Es aprendizaje compartido por la economista Brugada y el director de la cinta, Gints Zilbalodis, en una función para 15 mil personas.
En la gran pantalla todos se adaptan, negocian, ceden. El flow capitalista y su Fobaproa persisten, aunque haya esgrima.