¿De un lado el cariño popular histórico hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador y del otro el reconocimiento de la sistemática eficiencia socialmente sensible de Claudia Sheinbaum?
El electorado en 2027 hará una primera evaluación de si existió esa dicotomía habiendo concluido el primer trienio de la mandataria electa o, de otro lado, si se registró, como sostengo es posible, la conjunción de iteraciones de ambas características.
Uno de los temas centrales es precisamente la seguridad, dada la heterogeneidad de resultados logrados por esta administración y en la cual destacan las reducciones en la capital nacional tanto en número de delitos como en percepción negativa de seguridad. Ejemplos: la extorsión registrada en Ministerios Públicos aumentó 19 por ciento en el país y en la capital cayó 43 por ciento; los organismos delictivos de alta peligrosidad fueron severamente golpeados aquí, mientras en otras entidades esa percepción y los datos de la realidad al respecto parecen ir en otra dirección.
No existe evidencia alguna ni opinión informada —de observadores, aficionados o expertos— donde no se establezca la diferente tendencia en el promedio de la capital nacional respecto a las demás entidades en materia de recuperación de seguridad. La expectativa es entonces la adaptación a partir de octubre de un modelo como el de CdMx con sus variaciones correspondientes.
Y si el diálogo con la comunidad internacional será uno actualizado y de avanzada, como corresponde al perfil general del gabinete y a la formación y asertividad de Sheinbaum, debemos responder a la pregunta en el contexto del nearshoring situado también en el centro del programa del nuevo gobierno: ¿cómo dispersamos la nube de percepción negativa de seguridad cernida sobre México de modo que se vea para beneficio de la capital y, por supuesto, de todo el país, la contención de la incidencia delictiva nacional y la clara disminución precisamente en la sede de los poderes nacionales?
En la reciente invitación a participar en la reunión de ONU Viena, en julio 10, sobre delincuencia organizada y sociedad civil, escuché en conversaciones con decenas de personas coincidencia en percepción básica de México en forma de pregunta real o simuladamente amable: “muy bonito país, pero ¿no hay muchos narcos?”
Ningún rigor metodológico hay en la respuesta a pregunta a bocajarro, por lo cual existe una buena oportunidad muy pronto para establecer una seria medición al respecto, asociada con el fenómeno disruptivo de las diversas interpretaciones y datos específicos, por ejemplo, de El Mayo Zambada y la permanente cobertura internacional no omisa respecto de la delincuencia proveniente de los cárteles.
Con los resultados exitosos y liderazgos de Omar García Harfuch, equipos de inteligencia y capacidades municipales, estatales y de coordinación regional, hay razones para el optimismo.
A nivel local, con la continuidad dada por Martí Batres es esperable con Clara Brugada el fortalecimiento de la estrategia coordinada nacionalmente. Ahora existe la experiencia de dos mujeres gobernantes determinadas y equipos fortalecidos.
La nueva seguridad viene.