¿Es “Brozo” machista?

Laguina /

Después del 8M queda la resaca del análisis de los sucesos derivados de la conmemoración, mismos que se han vuelto una suerte de botín político para quienes, a falta de propuestas, quieren usar las demandas de las mujeres con fines partidistas.

INMUJERES señala que el machismo “engloba al conjunto de actitudes, normas, comportamientos y prácticas culturales que refuerzan y preservan la estructura de dominio masculino y hetero (…) de los hombres sobre las mujeres”; y la ONU ha expresado que las agresiones contra mujeres y niñas son una de las violaciones más arraigadas y toleradas en el mundo.

Víctor Trujillo es criticado por su doble moral respecto a los derechos de las mujeres, quien en su persona aclara no ser “violador, acosador o misógino”. 

Analicemos: Jesús Reyes Heroles épicamente dijo “en política, la forma es fondo”, es decir, las actitudes, el comportamiento, las palabras (formas) denotan la estructura de quién eres y/o cómo piensas (fondo).

Para la construcción de su carrera, Trujillo usó a las mujeres como objetos de consumo, burla y sometimiento y usó comportamientos, actitudes y palabras sexistas a través un personaje que presentó las noticias usando elementos como el humor, la transgresión y las prácticas culturales machistas. 

“Brozo” contribuyó a informar a toda una generación y a reproducir el machismo y la misoginia siendo ampliamente tolerado, aplaudido y correspondido en sus programas.

Otras voces dirán que tenía mujeres en el noticiero y tuvo invitadas importantes. 

Pero en otro elemento de análisis de género, Brozo se benefició de las mujeres desde la dominación como alguien de poder y autoridad, es decir, no hubo relaciones horizontales, ni con las trabajadoras, ni con las invitadas, presentó un formato donde comulgaba el irrespeto hacia un “tipo” mujeres y una especie de condescendencia hacia otro “tipo” de mujeres a cambio de un espacio en televisión.

Así pues, Brozo en vez de golpear al gobierno federal con la bandera de las mujeres, podría iniciar su deconstrucción primero con la autocrítica.

  • Samanta Ruiz López
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