La movilidad; una cuestión de género

Laguna /

¿Hay un espacio dónde las mujeres nos sintamos seguras? Sí lo hay, y existe solo cuando las mujeres lo tomamos juntas, en grupo, en manada, colectivamente; en ese momento ese espacio se vuelve seguro.

Lejos de eso, solas y separadas en cualquier otra zona estamos expuestas a la violencia.

Para este ejercicio de reflexión tomaré un ejemplo básico: el uso del transporte, en su variante “privada” (no la opera el Estado, solo da concesión) que no deja de generar miedo en las mujeres. 

El uso de las tecnologías en el transporte significó un avance en la percepción de la “seguridad” en la movilidad, sin embargo, hoy sabemos que no es así del todo pues existen muchos casos públicos de secuestro y feminicidio en el uso de estos servicios.

Las violencias en contra las mujeres en los espacios públicos y en la comunidad (la calle, el transporte, los parques, etc.) es parte donde no estamos seguras con la variante de que la violencia es ejercida mayoritariamente por personas desconocidas (72.2%, ENDIREH 2022).

Este mismo dato se puede correlacionar con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Pública (ENVIPE) del 2016, que refiere que las mujeres (70.2%) se sienten más inseguras que los hombres en lugares públicos.

De acuerdo con ENDIREH, en 2016 la prevalencia de violencia en el ámbito comunitario contra las mujeres de 15 años y más a lo largo de la vida fue de 38.7% y con un notable incremento al 45.6 en 2022. 

Con una sumatoria básica se obtiene que la distribución de las personas agresoras en el espacio comunitario es del 19.3% en el servicio de transporte (taxi, metro, etc.).

El miedo de las mujeres al usar el transporte es real, ya que, de acuerdo con estos datos, hemos tenido demasiadas malas experiencias y agresiones al usarlos (con una prevalencia del 42.2% de violencia sexual en el espacio público).

La ansiedad que padecemos las mujeres al usar Uber, DiDi, carpool, taxi, autobús, etc., no solo es percibida, sino real. 

Los datos hablan por sí solos, se requiere un esfuerzo adicional de políticas públicas con perspectiva de género en el uso de los servicios de transporte y la movilidad de las mujeres.

  • Samanta Ruiz López
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