Está muy cabrón darnos cuenta que inevitablemente recaemos en un circuito rojo donde la incertidumbre es la que manda; situación que en Nuevo León conocemos de memoria porque combina violencia, corrupción gubernamental y una pandemia que exponencia casi todos nuestros errores como sociedad.
¿A qué me refiero? Ingresa a la página www.semaforo.com.mx y te encontrarás con la radiografía cuantitativa del delito en México y dale click en cada estado para que conozcas a detalle lo que ocurre a nuestro alrededor.
Ejercicio que vale la pena para darnos cuenta la relación entre ciertos delitos y el contexto pandémico que nos aqueja desde hace un año se manifiesta a través de comportamientos muy específicos.
O sino, explícame el rojo que manifiestan los indicadores de lesiones, violaciones y violencia familiar en la mayoría de la república y la intermitencia en robos a casas o automóviles; dos rubros en los que solíamos estar al tope de las estadísticas negativas pero que disminuyeron porque tenemos meses viviendo encerrados en nuestras casas.
Y así, navega en el resto de estadísticas y verás un mapa que demuestra nuestra inoperancia para entender cuáles son las necesidades más urgentes en el país; máxima determinada por otras causalidades cruzadas como el desempleo, el alcoholismo y la automedicación y que a su vez disparan otras pesadillas psicológicas proyectadas en la alta tasa de suicidios y la desintegración familiar.
Coyuntura que no solemos discutir porque parece menos importantes que los homicidios, el narcotráfico o los secuestros pero que durante esta pandemia nos está generando un daño crónico que quizá no entendamos hasta dentro de una década cuando nuestros hijos y las siguientes generaciones externen las deficiencias de un entorno familiar podrido.
¿Le quieres echar la culpa al covid? Estaríamos tan equivocados como al enojarnos porque nos pegó fuerte el virus y no aceptamos que tenemos sobrepeso, somos sedentarios y nuestra alimentación es un desastre. ¿Qué ocurre en México? El covid arrasa (enfoque médico) porque encontró una población demasiado fértil debido a las índices récord de obesidad, diabetes y demás comorbilidades.
A su vez, deja de lado ese enfoque y piensa la disfuncionalidad económica y social que manifestamos desde hace décadas ¿A poco creías que el covid no potenciaría lo que somos? Un tejido social desgastado con mujeres maltratadas, feminicidios, alcoholismo y una violencia tan enraizada en las casas que solamente faltaba un leve chispazo para que nuestro presente se incendie.
Y así como lo mejor sería que hiciéramos ejercicio y nos alimentáramos sanamente para enfrentar al virus con las defensas altas; quizá llegó la hora de aceptar nuestros problemas dentro del núcleo familiar y que los gobiernos sean mucho más sensibles respecto de las necesidades psicológicas que el mexicano necesita; un tabú al que siempre le hemos rehuido porque nos creemos muy chingones y pensamos que los planes de asistencia, counseling o educación sólo se aplican para situaciones extremas.
Pues, bueno amigos; vengo a decirles que ya tocamos fondo y ni siquiera nos hemos dado cuenta; o peor, preferimos no aceptarlo y engañarnos creyendo que el covid solo tendrá consecuencias médicas en nosotros. ¿Sabes que? En cinco años, hablamos…