Iba a escribir sobre la tercera ola de covid, pero acabo de caer en cuenta que hay otro factor que nos puede desestabilizar muy cabrón a quienes vivimos en el norte de México y más aún en Nuevo León.
Y sí, me refiero a la marejada violenta que se asoma en el horizonte y que nos está generando una inquietud muy similar a la del virus, que el año pasado nos devastó personal y económicamente a la mayoría.
¿Por qué los veo similares? Ya conocemos ambas pesadillas y creemos saber cómo actuar, lo que significa que no nos sorprenderá, pero podemos anticipar las consecuencias negativas que representan. Con el covid, lugares cerrados, niños en casa, familias desarticuladas por la necesidad económica, problemas interpersonales y proyecciones inciertas hacia nuestro futuro social. Y con la violencia llega otra vez el temor y la psicosis, combinado con consecuencias socioeconómicas que impulsan un enojo ciudadano que nos vuelve volátiles e impredecibles.
Ambos combinados son tan inaceptables que me tienen haciendo números para imaginar nuestra vida (otra vez) con el negocio cerrado, los niños sin ir a las escuelas y cálculos de dinero que no resistirán repetir lo que sufrimos en el 2020.
Y te lo describo así de sincero, porque no quiero exagerar ni media palabra. ¿Qué hará el nuevo gobernador de Nuevo León? Pregunta obvia y que es obligada para entender la estrategia para sobrellevar este tsunami que ya nos tiene aterrados.
Un ejemplo rápido pudiera darlo hacia la percepción de seguridad que necesitamos para vivir. Condición que (al menos yo) vi caducada con seis años independientes, donde se denostaron a las fuerzas federales y se intentó realzar a una policía Fuerza Civil, que navegó con bandera baja entre presuntas alianzas estratégicas con grupos claves del crimen organizado para suavizar la cuadrícula del primer cuadro capitalino.
Hoy, la ecuación cambia a pesar de que Samuel quiera convencernos de que Aldo Fasci es el único capaz de llevar la transición con calma, debido a su conocimiento de los factores de poder que interaccionan en el estado. Una máxima que también responde a otros intereses, pero que me preocupa mucho menos que lo que realmente hará García.
¿A qué me refiero? La guerra que otra vez desangra la frontera chica tamaulipeca salpicará obligadamente a Nuevo León y la única forma de amortiguarla será con el Ejército. Fuerza que se han equivocado mucho (desapariciones forzadas), pero que también dieron resultados eficaces cuando se instalaron cuarteles en puntos estratégicos de la periferia nuevoleonesa una década atrás. Mismos que Rodríguez Calderón, luego traspasaría a Fuerza Civil en una estrategia que de continuar nos llevará a otra pesadilla.
¿Que quieres elevar el sueldo? Adelante. ¿Que los entrenarás mejor? Inténtalo. Ni más dinero ni mejores armas suplirán a militares, cuyo objetivo es derrotar a un enemigo y ganar una guerra. No hay otra manera de verlo y entiendo que entraremos en terrenos, donde los derechos humanos han sido tan vulnerados que nos inquieta a todos.
Pero hoy, Nuevo León está al borde de una crisis de seguridad que pudiera anticiparse con medidas adecuadas entre las autoridades estatales y federales, y la solución no será Fuerza Civil, recuérdalo…
¿Ahora entiendes mi preocupación doble? Imposible sobrevivir si al ring nuevoleonés se suben el covid y el crimen organizado para enfrentarnos desgastados, sin trabajo, con peleas en nuestras casas, los hijos que no aprenden nada y además pensando que en mi negocio me cobrarán piso y cuando agarre carretera me secuestrarán.
Así será el cierre del 2021 y lo que proyecto para un 2022, donde el nuevo gobernador deberá demostrar que realmente llegó para “cambiar las cosas”; frase que odio como un maldito déjà vu que hace seis años otro gobernador también nos había vendido, pero nos dejó plantados en el altar.
Santiago Fourcade