Esta semana, la red social de Facebook anunció que vetaría todos los contenidos que nieguen o distorsionen el Holocausto. Aplaudo la medida. Jamás se deberá confundir el ejercicio de la libertad de expresión con la promoción y permisibilidad de un discurso de odio. Y negar el Holocausto o distorsionarlo era una forma de vindicar el odio y los crímenes de lesa humanidad contra los judíos.
Algo, sin embargo, es muy grave para otros discursos de odio en la red social. El algoritmo que da origen a Facebook crea las condiciones para el surgimiento y promoción de grupos ultraderechistas, antisemitas y negacionistas del Holocausto; es decir, el problema no es solo el negacionismo sino las estructuras digitales que permiten su propagación. Dicho de otra forma, Facebook y su programación basada en la inteligencia artificial y algorítmica, con sendos estudios de psicología y sociología aplicada a esta ciencia, permite el linchamiento moral contra todo lo que sea distinto, contra todo lo impuro, contra todo lo diferente. Lo permite porque eso vende, porque eso se difunde, porque eso se paga.
Así que el problema no se resuelve de fondo o solo se resuelve en la parte relacionada con el Holocausto pero no contra el resto del odio vertido contra los mal llamados impuros, infieles, y un largo etcétera en Facebook.
¿Qué hará Zuckerberg con Facebook, con toda la apología del odio, el discurso xenófobo y racista que se difunde en miles y miles de cuentas de Facebook, muchas veces pagadas, para hacer exponencial un caso o un persona específico? ¿Cómo revertirá el daño, o cómo pagará el daño moral cuando una y mil veces ha permitido y creado las hoguera para encenderla? ¿Cómo va evitar detener los linchamientos mediáticos que terminan destruyendo vidas y personas? ¿Y cómo evitaremos los asesinatos que vendrán después del linchamiento moral y mediático?
Internet y las redes sociales no solo producen un salto gigantesco en facilitar y permitir tantas cosas a los internautas, sino que también han producido las dosis que hacen al veneno. Quién sabe, quizá Facebook se ha transformado en esa red de espacios invivibles e insoportables para miles de seres humanos.