La máquina de odio (III y última)

Guadalajara /

Cuando los nazis se habían apoderado de Alemania en la década de los años treinta del siglo pasado, utilizaron una herramienta poderosa para ganar simpatizantes y, sobre todo, para justificar sus acciones contra los judíos: la propaganda. La propaganda usaba las herramientas del Estado para facilitar la persecución, la guerra y el genocidio contra los judíos, principalmente.

En su momento, los nazis utilizaron las técnicas más sofisticadas de publicidad y la tecnología más moderna de la época para diseminar sus mensajes de odio. Cuando Hitler llega al poder, crea el Ministerio de Ilustración Pública y Propaganda para darle forma a la opinión pública alemana. Años antes, en 1924, Hitler había escrito la misión de la propaganda: “… no consiste en hacer un estudio objetivo de la verdad, en la medida que favorece al enemigo para luego exponerla ante las masas con justicia académica; su tarea es servir a nuestro propio derecho, siempre y de manera inmutable”.

Esa forma y uso de las técnicas les recordaban a los alemanes quién era el enemigo: los extranjeros y los judíos. Entre periodos de aprobación de leyes, la propaganda nazi fomentaba el odio, normalizando la violencia contra los “enemigos” del régimen.

Las mismas técnicas que usaron los nazis antes para destruir a los judíos, ahora se utilizan en las redes sociales por las agencias de astroturfing para destruir a los otros. En Europa, en particular en España, hasta hace dos años, los migrantes, los gitanos y los musulmanes, son los objetivos de las campañas de odio en el mundo on line.

Como siempre, la voz del otro, del perseguido, del violentado, del discriminado jamás se escucha, jamás recibe atención, jamás se le otorga el debido espacio para sus derechos. La propaganda y la publicidad en la actualidad deshumaniza al otro y, por lo tanto, deja de ser visto como un ser humano con derechos. En la Alemania nazi, durante la implementación del asesinato masivo de los judíos europeos por medio de la solución final, la desinformación jugó un papel determinante que permitió el genocidio contra seis millones de judíos. Tanto las postales que eran obligadas a enviar los judíos en los campos de concentración, como la propia información maliciosa que los nazis difundían crearon las condiciones para la solución final.

Lamentablemente la propaganda, publicidad, mercadotecnia, la desinformación y la información maliciosa están fuera de control, lo que sigue creando las mejores condiciones para la destrucción del otro. Esa publicidad falsa, maliciosa, tergiversada y mentirosa encarcela persona inocentes, convierte en enemigo de la sociedad a los otros y desaparece todo rastro de humanidad en las personas.


  • Sara S. Pozos Bravo
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