Cuando Hannah Arendt escribió su libro “Hombres en tiempo de oscuridad” a finales de 1968, el mundo era gobernado por hombres. Los hombres tuvieron la oportunidad de tomar decisiones difíciles en un contexto social y político de miedo, en el que lo humano y, específicamente, lo distinto era objeto de destrucción. “El mundo se vuelve inhumano, inhóspito a las necesidades humana -que son las necesidades de los mortales- cuando se lo empuja violentamente hacia un movimiento en el cual ya no existe forma de permanencia”, escribió Arendt.
Esa inhumanidad sigue presente y, después de más de 80 años, se ha agravado. Siguen siendo tiempos de oscuridad en el ámbito público. Quizá la variable de género ahora sea la diferencia. Las mujeres han llegado al poder político en los momentos económicos más difíciles en nuestro país, con una inflación altísima, crecimiento del Producto Interno Bruto casi nulo, con empleo mal pagado y con actores como el crimen organizado que permean las estructuras políticas y de gobierno en todos los niveles. ¿Cómo van a gobernar las mujeres que tomarán protesta de su gobierno el 1 de octubre en México? ¿Cómo lo hará -en caso de ganar la elección presidencial-, la candidata demócrata en Estados Unidos?
Me he hecho esta pregunta una y mil veces desde las elecciones pasadas de junio. Y la respuesta es la misma: aún no lo sé. ¿Cómo imagino que lo harán? Ese es otro planteamiento y ahí, las respuestas pueden ser en muchos sentidos. Una primera respuesta que es más un deseo personal es que realmente puedan gobernar por ellas mismas. De manera particular pienso en la presidenta electa de México, la doctora Claudia Sheinbaum. El contexto social, económico, político y legal -sobre todo éste último- le exige desde ya una serie de decisiones difíciles que deberá tomar y que, cualquier camino que siga, traerá consecuencias irreversibles para el país. Aquí, más que criticar, señalar o sugerir, optaré por esperar, como cualquier ciudadana que soñó con vivir este momento histórico.
Pero el reto enorme es el mismo para otras mujeres que, desde lo municipal o desde lo estatal, comenzarán a gobernar. Jalisco tendrá en la capital del estado a una mujer. La primera electa para gobernar Guadalajara. ¿Quién es Verónica Delgadillo? Apenas un par de veces he cruzado palabras con la presidenta municipal electa. Una vez cuando ella era senadora, hace algunos años; y recientemente, en el Informe de Actividades de Ruth López, la senadora por Jalisco que fue suplente de Delgadillo en el Senado y luego ocupó su lugar hasta el pasado 30 de agosto.
Debo decirles que esa tarde, mi impresión y percepción de Verónica Delgadillo cambió. En principio, vi a dos mujeres unidas, dispuestas a abanderar causas sociales de los más vulnerables y eso me generó muchas expectativas respecto de cómo va a gobernar Verónica Delgadillo. En segundo lugar, vi dos amigas, en donde Verónica ayudó a su amiga y le abrió camino para que Ruth fuera una gran legisladora. En tercer lugar, vi a Delgadillo segura de sí misma; es una política que le entiende a los temas de gobierno y se nota su capacidad y conocimiento de muchos problemas que agobian al municipio y al Estado.
Me queda claro que, aunque las circunstancias y el contexto actual es el más difícil de muchos y los tiempos de oscuridad persisten, las mujeres que gobernarán al país lo harán siguiendo sus convicciones y, confío también, que gobernarán pensando en cómo ayudar a quienes realmente lo necesitan. Al hacerlo, sus nombres que ya forman parte de la historia también serán aplaudidos y reconocidos por la altura de miras y la empatía con que gobernaron.