La certidumbre de que el futuro de los aspirantes a la gubernatura del estado de Hidalgo no solo dependía del perfil, sino también del fortalecimiento de los partidos políticos, es decir, de la marca, es un tema que tiene profundidad en cómo hacer llegar los perfiles de los aspirantes y cómo van a contribuir en la vida democrática de la sociedad.
Las condiciones bajo las cuales actúan ni siquiera fueron ideas o proyectos o doctrinas propias, fue según la decisión del poder, de las circunstancias predominantes para los dirigentes, que laboran solamente para adelantar un futuro beneficio propio.
Más aún, casi nadie tiene definido por cuál de las distintas vías que hay estarían buscando la candidatura, a distancia observamos a todos con cierto liderazgo y presencia territorial pero seguramente no les alcanza para ser un candidato que logre la legitimidad del pueblo.
Todos los que actualmente están en el ring de la candidatura de la gubernatura están en un alto nivel de preparación para noquear a los otros, es decir, están en plena campaña electoral.
Sin embargo, a la ciudadanía no le ha importado esa estrategia futurista para lograr su confianza porque percibe que es un momento de oportunismo que no va con la necesidad ni la forma de acercarse a la gente.
Por eso a todos les está costando tiempo y dinero, sin embargo, a la fecha no se auguran buenos resultados a ninguno de los aspirantes.
El futurismo es una vía necesaria para generar liderazgo, no obstante, lo que está sucediendo en Hidalgo es un futurismo alejado de la sociedad, oportunista, sin estratega, sin proyección, para ganar el voto.
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