Réquiem para el T-MEC

Ciudad de México /

Por segunda ocasión, el ex presidente Donald Trump impuso aranceles de 25 por ciento a los productos provenientes de México y Canadá, solo para suspenderlos parcialmente unos días después. Esta acción representa una clara violación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y pone en duda su razón de ser. Se cierra así una época en la que Norteamérica fue concebida como un espacio económico compartido y comienza otra de incertidumbre prolongada (recomiendo escuchar la serie de Nexos pódcasts La invención de América del Norte).

Hace 30 años se negoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un instrumento innovador que pretendía convertir a la región en una gran zona de libre comercio, aprovechando las ventajas comparativas para generar crecimiento económico. Para ello era necesario eliminar los aranceles.

Un arancel es un impuesto que se aplica a productos extranjeros cuando ingresan a un país. Para evitar estos impuestos al ingresar al mercado norteamericano, los bienes que se exportan, como los automóviles, deben cumplir con las “reglas de origen”. Por ejemplo, para evitar pagar aranceles, un vehículo ligero exportado desde México o Canadá a EU debe tener un contenido regional de al menos 75 por ciento, es decir, tres cuartas partes de sus componentes deben provenir de alguno de estos tres países.

Estas reglas de origen permiten determinar claramente si un producto califica como bien originario y, por lo tanto, si está exento de aranceles al entrar a otro país de la región.

Sin embargo, la reciente imposición temporal de aranceles cuestiona profundamente la viabilidad del T-MEC, heredero del TLCAN. Aunque una buena parte de las exportaciones mexicanas a EU cumplen actualmente con estas reglas (las cifras varias de 50 por ciento a 85 por ciento), el resto enfrentará incertidumbre y costos adicionales.

El “éxito” del TLCAN y su modernización al T-MEC es evidente en las cifras. En 1994, las exportaciones de México a EU sumaban, en números redondos, 40 mil millones de USD. Para 2024 esta cifra alcanzó los 466 mil millones de USD. Casi 80 por ciento del total de las exportaciones mexicanas se dirigen a ese país y el superávit comercial de México con EU es de 157 mil millones de USD.

Pero el tratado siempre ha representado más que números; ofrecía certeza y estabilidad para los sectores productivos de los tres países al operar bajo reglas supuestamente inviolables, protegidas por un marco institucional sólido.

El presidente Trump hizo estallar en mil pedazos esta certidumbre. Al imponer unilateralmente aranceles alteró las reglas del juego que ya tiene otro nombre. ¿De qué sirve un acuerdo cuyos compromisos pueden romperse unilateralmente, según la voluntad del más fuerte? Basta con observar la reacción de los mercados para percibir el daño infligido a la confianza, así como los costos de incertidumbre. Al tiempo...


  • Sergio López Ayllón
  • Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores / Escribe cada 15 días (miércoles) su columna Entresijos del Derecho
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