Los casos de agresión se han multiplicado en México e incluso el actual sexenio federal ya se "estrenó" con una muerte. Todo ataque a la prensa es un atentado contra la sociedad misma, pues va contra su derecho a estar informada y coarta su acceso a la verdad de lo que ocurre en su entorno. En México, las agresiones a reporteras y reporteros, fotógrafos, editores, y un largo etcétera, no son algo nuevo y de hecho lamentablemente ya comienzan a no ser noticia.
En ese contexto, en el que desde el año 2000 han sido asesinados 168 periodistas en el país, en el Estado de México el Mecanismo para la Protección Integral de Periodistas y Personas Defensoras de los Derechos Humanos que preside el colega Luis Miguel Carriedo, en conjunto con el Consejo Consultivo que encabeza la compañera Sara Razo, actualmente brindan atención a 11 comunicadores que están en alguna modalidad de riesgo.
La entidad, por fortuna, se encuentra en un rango menor que otras en la incidencia de agresiones. Sin embargo esto no es un consuelo, y debe ser más bien la alerta de que aún estamos a tiempo para dejar de solo lamentar casos acumulados, ya con algún ejemplo de desenlace fatal. Es hora de poner en acción una estrategia preventiva con base, principalmente, en la capacitación.
De entrada, el agruparse en asociaciones, clubes o colectivos es sumamente positivo; no hay nada más vulnerable que un gremio periodístico disgregado, pero estos conjuntos deben funcionar, quizá con el apoyo del Mecanismo de Protección, como instancias promotoras de la capacitación, ya que en muchos aspectos representa una "vacuna" contra potenciales riesgos en el día a día profesional.
Temas como el marco legal que atañe directamente a la profesión, protocolos de actuación en situaciones de conflicto (manifestaciones, desalojos, disturbios sociales, etcétera), manuales de procedimientos en escenas del crimen o zonas de desastre, técnicas de primeros auxilios y hasta, hay que decirlo, defensa personal, son ciertamente indispensables en la labor periodística en muchos sitios de la entidad y el país.
El broche de oro sería la capacitación más básica de los elementos policiacos que, sobre todo en el ámbito municipal, son de los más frecuentes agresores de hombres y mujeres periodistas, pero quizá eso ya sea mucho pedir a las autoridades, muchas de las cuales ven en cada periodista a un “adversario” y un riesgo a sus intereses.