El Partido de la Revolución Democrática (PRD), fundado en 1989, comenzó este sábado una transformación para tratar de sobrevivir.
Teóricamente, el partido político cederá su registro para dar vida a lo que llaman un “nuevo proyecto”: Futuro 21.
Lo malo es que no hay novedad, salvo el peso de algunos nombres que más bien invitan al pesimismo pues, apostando a la desmemoria de la sociedad, se reciclan viejas figuras de las que no se conoce una aportación importante.
El futuro, con el número que le pongan, es ominoso, pues.
Imagínese nada más: uno de los principales oradores de la Primera Asamblea Nacional fue el ex candidato presidencial por Nueva Alianza, Gabriel Quadri:
Ese fan de la edecán, ese que planteó básicamente la discriminación de Guerrero Oaxaca y Chiapas por ser, desde su perspectiva, pobres y parásitos de la nación. Como si la existencia misma de este personaje en la política no fuera la de una costosa rémora.
Pero enseguida, enliste usted a otras grandes personalidades que se suman, como Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Fernando Belaunzarán, Víctor Hugo Lobo, Guadalupe Acosta Naranjo, Ciro Mayén, Purificación Carpinteiro y sus histerias ... en fin. Pura “sangre nueva”.
Medio se salva José Narro por su prestigio profesional fuera de la política, que sin embargo luego empañó con el lastre de la ignominia peñista, pues como Secretario de Salud nunca cuestionó a su patrón-, y carga también la cruz de su candidez al haber pretendido después llegar a la dirigencia del PRI, objetivo frustrado por el cual esta adhesión suena a berrinchazo.
¿De verdad ese será el nuevo PRD?
Qué tristeza.
En previas opiniones sostuve que la fortaleza de los partidos opositores al nuevo régimen es saludable para el equilibrio democrático, pero no se puede construir fortaleza desde unas ruinas a las que solo se les quiere echar una manita de pintura (del color que sea, excepto amarilla).
En lo que toca al Estado de México, en ese escenario suena iluso un Omar Ortega que, liderando una poderosa bancada de tres inciertos legisladores (contándolo a él) y que como dirigente estatal se le desmoronó el PRD entre las manos, ahora festina que se “afiliaron” al agónico Sol Azteca 200 mil militantes en un estado con más de 16.2 millones de habitantes.
Es decir que casi destapa la champaña para festejar que representan, en el más ideal de los escenarios, a algo así como 1.2 por ciento de los mexiquenses.
De pena ajena.
“Esto habla de que somos el pilar del perredismo a nivel nacional”, precisó ayer.
A ver cómo les pinta el futuro 21, porque encima se aventó la puntada de que “obviamente hay perredismo para rato, la gente en las calles sigue pensando en el PRD como una opción”.
El despertar será muy muy duro.