Caminar sobre huesos

  • Crónica
  • Susana Iglesias

Ciudad de México /

Perderse es desaparecer de los planes trazados, descubrir que las ciudades guardan asesinos en su corazón de concreto. Todos buscamos a alguien perdido. Busco a los asesinos de Rubén Elizalde, caso que no ha tenido justicia desde 2016. Se diluyó el sonido-trópico, atrás quedó la voz de Orlando Watussi: me fui para el campo santo y encontré dos calaveras, ellas no tenían nariz, sé que blancas eran…las calaveras todas blancas son…atrás quedaron las risas, las parejas bailando un sábado por la tarde en un bar callejero. El miedo está en todas partes, puedes verlo en la anciana que vuelve sola de madrugada a su sillón, no a su casa, hace tiempo que familiares lejanos ocupan su cuarto, su cocina, todos los espacios posibles, a paso lento camina por La Viga con su caja de venta de dulces casi llena porque los que la rodean le fallaron, ella sabe que las monedas que cuenta entre sus frágiles dedos no son suficientes para poder comer algo, sabe que su madre muerta la espera en algún lugar mejor que éste, se dice a si misma: mañana será una mejor noche, sabe que los borrachos que le compran dulces morirán, los ve desaparecer, una madrugada su lugar en la barra o mesas lo ocupa alguien nuevo. El miedo está las marcas de la piel del fakir de Reforma y Flores Magón, su estómago lleno de hambre, las heridas de vidrios nos recuerdan que la vida no es cool para todos, se cortan para sentir dolor físico y no mental, el dolor físico aleja las pesadillas en algunas personas aunque no puedas creerlo. Subir sin rumbo a un camión en Avenida del Trabajo, bajar en el metro Mexicaltzingo, en las franjas de Coyoacán e Iztapalapa, cerca de la calle Capricornio un perro que alguna vez fue blanco con una enorme herida sangrante en la cabeza aúlla de dolor, está tirado, te acercas para intentar ayudar, corre de miedo hasta perderse, lo sigues durante casi 2 horas, te preguntas ¿qué clase de shit hirió así a un perro pequeño e indefenso? Un humano, sin duda, esa es la clase de mierda humana que nos hace caminar entre huesos a todos aunque te creas a salvo.

Si la realidad de fosas en Jalisco te parece lejana, qué tal Cuemanco, Tláhuac, Río de los Remedios, Xochiaca, Ecatepec… ¿el caso los mazahuas descuartizados en delegación Cuauhtémoc te parece lejos? Recordemos el horror de torturas, violaciones y desapariciones de estudiantes en La Posada del Sol, colonia Doctores, a manos de la entonces Policía Judicial de Durazo, que amparado por Portillo llegó a tener más poder que él. La sombra mortal de las detenciones que terminan en desaparición jamás se ha ido. Ex militares asesinos involucrados en campos “clandestinos” de exterminio, torcidos, indolentes, psicópatas corruptos: porquería del mundo. Me hubiera gustado narrar sucesos amables hoy…era mi intención, tenía un relato bello de ciudad para ustedes. No pude. Pienso en los huesos sin identificar que gritan de dolor, rabia y miedo en toda América, desde Canadá hasta la trágica Patagonia


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