Cristina Rivera Garza: el invencible ARTE de las palabras

  • Crónica
  • Susana Iglesias

Ciudad de México /

Si una persona te dice que no existe la VIOLENCIA SISTÉMICA riéndose vulgarmente, debes tener mucho cuidado...podría tratarse de un psicópata, sociópata, de una persona ultraviolenta, hueca, sin empatía. Se necesita ser un bicho indolente para no reconocer/entender que el feminicidio y tantas otras carnicerías y violencias que nos atraviesan a todas las personas son consecuencia de esa violencia sistémica. Cae la noche en la Facultad de Arquitectura de Ciudad Universitaria, siento frío, no es el invierno. Pienso en la comunidad multicultural del Colegio Nacional, fundado en 1943, comunidad que permanece viva gracias a escritoras que desafían patrones caducos y hegemónicos a través de ese milenario arte que es la palabra. Escritoras radicales, escritoras fieras, escritoras rebeldes, lúcidas, diestras y siniestras nadadoras legendarias que cruzan sin miedo y con asombro las olas del mar de La Jolla. Irrepetible. Librana veraniega. Cristina es aire, por eso la tierna libertad reina en sus palabras. Al aire nadie puede encerrarlo, ni poseerlo, ni domarlo…mucho menos establecer cualquier tipo de control por insignificante que parezca, el aire jamás está quieto, se mete en todas partes, es testigo invisible. 

Recientemente acaba de salir la edición del 25 aniversario de Nadie me verá llorar, re-editada por Andrés Ramírez, Random House. Nacida en frontera: Tamaulipas, renacida en California, plenísima en Texas. De una generosidad que pocas veces se siente en alguien… ¿tiene un Pulitzer por su libro El invencible verano de Liliana?, sí, con una vida entera de pensamiento, estilo brutal, mano oblicua y escritura, se lo ganó…¿tiene algo tan o más importante? la memoria lúcida, esa perra negra a la que le avientas algo y siempre trae en el hocico algo de vuelta…en esa memoria colectiva desde la que ella escribe, en esa memoria que se atreve a desafiar al olvido vive su ya nuestra hermana Liliana Rivera Garza y mientras cualquiera de nosotras/nosotros la nombre, Liliana vivirá infinita. Leí primero su Poesía, desde entonces me acompaña. El corazón siempre será un muerto indócil, porque en su naturaleza salvaje es misterio, renace una y otra vez. 

El libro es después de la memoria el sistema de registro más complejo, es un largo verano, un fantasma descarnado & vivo, un sitio mitológico en el que crecen secretos, derrumbes, alegrías, muertes. No hay tal lugar más indómito que la ficción, ¿qué somos? No somos más que el sueño de un ave marina atravesando la noche…¿cuántos sueños caben en la mano de una para siempre niña que sujeta unas gardenias que le regaló una extraña? Todos ¿Una página, una palabra, ha detenido balas? Sí, la que iba directo a la garganta/cabeza/corazón de suicida, ¿la palabra escrita nos acerca a las llamas? Siempre ¿Es un libro ese escudo en pecho & corazón de una MUJER contra dardos envenenados de un ser miserable? Siempre. Y sí, “la mano rebana el aire y dice adiós”… 

* Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)


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