Histórica fila sobre Avenida Cuauhtémoc en la colonia Roma afuera del Multiforo Alicia el 23 de marzo de 2022, daba la vuelta hasta la calle de Durango. Chaviza y momiza, estamos alborotadas, se celebra el homenaje al escritor visionario José Agustín. Mi pasión por Jack Kerouac es ardiente, no fue él quién me empujó a rodar y emprender viajes solitarios, no he viajado con nadie. No existe ruta más salvaje ni amor más grande que el camino sagrado Garibaldi-Acapulco, un libro de José Agustín me lo reveló. Recuerdo que el opio fue mi delirio, se está haciendo tarde, cierran las cortinas para limpiar con cloro los pisos manchados de semen, risas, lágrimas, soledad, desolación y sangre, no queda más que tomar un camión en la Central del Norte para amanecer en Acapulco… ¿de dónde sacan que narra con “sencillez”? que escribe de lo cotidiano, ya quisiéramos tener un poco de la existencia asombrosa de sus personajes, su profunda y RADICAL literatura es un aullido, un bombo frenético, una guitarra rota y un piano incendiado. Le debo a José Agustín tanto o más que a Bukowski.
J.A fue pionero, él abrió camino para que todas las escritoras y escritores actuales de este país pudieran existir, todo autor rebelde, de ruptura, es bastarda o bastardo de J.A. Nadie como él para narrar la rebeldía anárquica del espíritu que se niega a caminar al lado del ganado, que se niega a morir obediente y tranquilo en su cama suplicando una sosa y absurda “paz interior”.
Fui al Alicia con Lucirene y Andrés Ramírez, poeta disfrazado de brillante editor, abrir la garganta con cerveza helada fue una fabulosa idea, más tarde llegaron los dos hermanos de Andrés, Jesús Ramírez Bermudez, genio psiquiatra-escritor y José Agustín Ramírez, dibujante punk-metafísico. Lo que no entiendes es lo que no es aparente. Los Teresa Cienfuegos y las Cobras, Fausto, Belafonte, Juan Villoro y Rafael Acosta de Los locos del Ritmo estuvieron ahí. Imagínate que tu jefe llega de un viaje con maletas atascadas de discos, imagínate que te enseñó a amar la música, que pone a todo volumen un sábado por la mañana a Country Joe & The Fish y después a Elvis, remata con Dylan y después te lee Moby Dick, lo ves, ahí está, bailando con tu mamá en la sala. Después destapa una cerveza, le pega duro a su máquina de escribir, trabaja en su novela, brinda con Morrison, escupe a dios y las “buenas costumbres”, la censura fue gasolina para su obra: un hombre que sobrevivió la cárcel escribiendo libros duros, tal como hizo Cervantes, el que viajaba con LSD en su casa de Cuautla. Los letritontos b no entendieron su literatura, mucho menos su vida, dan risa.
En mi escritorio J.A vive junto a Miller, Dostoievski y Plath. Me conmueve imaginarlo como un lagarto en el pasto verde bebiendo cerveza, retirado de apariciones públicas, solo seres especiales pueden vivir en un viaje sin retorno y continuar como los grandes perros rabiosos, esos que son eternos, se está haciendo tarde.
Susana Iglesias*
* Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)