Hijos de la noche: ‘Chambacú’

  • Crónica
  • Susana Iglesias

Ciudad de México /

“La cumbia es el nuevo punk”, no da risa tal afirmación, es torpe, da vergüenza, nacieron en contextos diferentes, la cumbia es más oldie, sus creadores son afrodescendientes, campesinos, tiene otra personalidad: festivamente triste nos envuelve con su embrujo ancestral y el sonido sabanero de congas, maracas, caña de millo, guacharaca, timbales, cencerro & voces de noche aguardientosa como la de Andrés Landero (Colombia) con su acordeón colombiano “qué sabrosura, qué sabrosura, te adoro morena hermosa”, en el rock & punk white no hay letras en las que aparezcan morenas, porque sus “diosas” son mujeres blancas al estilo Bettie Page, el rockero mexicano promedio es una especie penosamente colonizada.

Los grandes souleros/jazzeros/funkeros de índigos tropicales como Bobby Oroza -actual rey del soul- lo saben: la música tropical tiene poderosas armas de identidad, ¿cómo llegó la cumbia a nuestra ciudad?, tema digno de tesis, prometo contarles después un poco de su fascinante historia. Desde la infancia el fenómeno sonidero me impactó por su salvaje forma de apropiarse de las calles con bailes frenéticos parecidos a estados de trance que no pude apartar de mi mente.

Una noche mientras caminaba por la calle de Guanajuato en la Roma escuché un rock and roll de Elvis que fue apagándose con una cumbia de Org Bohio: “embrujo de cumbia, lo bailan los negros, embrujo de cumbia lo bailan los blancos… embrujo de cumbia lo bailan los pobres”… entré al oscuro local, tenían ceviche de sierra, cerveza helada en 40 pesos, un precio rarísimo en la Roma, colonia en la que una cerveza Carta Blanca te puede costar entre 60-120 pesos, la música sonaba sin miedo del rock al soul, del garage a la cumbia, el olor a palo santo, ese aire a Héctor Lavoe de un hombre que bailaba solo y la atmósfera oscura me atraparon, me quedé hasta el cierre.

Chambacú es más que un bar, es un poema de amor salvaje en medio de tanto odio. Luis Martínez, uno de los socios me habló de la tienda discos que es un proyecto cercano al Chambacú, está en la calle de Lucio, en el edificio remodelado Osa Mayor, colonia Doctores, tienen más de 6 mil discos en stock, se trata de Ruido Shop. También ahí tocan DJ’s que a la par son coleccionistas de discos.

Rombo de la Rosa y Aleph Aguilar, integrantes de la banda Viv and the Sect [acaban de estrenar antier su nuevo sencillo: Wake Up], son buenos anfitriones del lugar. Hermosos personajes nocturnos habitan noche a noche la tornamesa rebelde del Chambacú, ¡dinamita como el inimitable Rusty!… la mágica Nekro de Vil que es brebaje de amor, El Surco, Black Kahuna, Bins BSHP con su poder brown, Love Soul, tantos/as.

El asombro musical del lugar contrasta con locales sobrevaluados, en la contraesquina un local horrendo vende “vino” que sabe a vinagre en $190, nos ofende con su existencia, música básica, pretensión. Eros & Thanatos bailan pegados en el tierno degenere llamado Chambacú. Sol: no salgas tan pronto. 


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