En la teoría política existen dos ejemplos que ilustran los movimientos del pensamiento; el primero de ellos es tomado de la física y el segundo de la geografía. Son el péndulo y la redondez de la Tierra. El péndulo se mueve de izquierda a derecha como el pensamiento político de las sociedades. Nunca se detiene porque los pueblos y las naciones son entes vivos en constante evolución. Quizá usted no perciba que vivamos en la esfera del péndulo pero la historia nos revela que, sin error, la inercia nos traslada al lugar opuesto. Cuando gobiernan políticos de izquierda existen siempre fuerzas que impulsan hacia la derecha y viceversa.
Después de la Segunda Guerra el mundo se dividió arbitrariamente en Este y Oeste a partir de la Alemania derrotada y fragmentada. Los polos que jalaban las ideologías eran Moscú a la izquierda y Washington a la derecha y esa tensión por décadas se llamó guerra fría. Como la tierra es redonda estas fuerzas llegaron a chocar al otro lado del mundo en Corea que también fue partida en dos fracciones.
Ambos principios son leyes naturales que nos deberían dejar enseñanzas. Su alteración tendrá consecuencias. Por ello es muy peligrosa la polarización de las sociedades; los ciclos, los ritmos y alternancias son formas de balance y equilibrio. La polarización, esa guerra de vencidas tenaz e inflexible deja muchas víctimas. Matan a la moderación. Uno de los primeros caídos en las interferencias al péndulo y de estirar las posiciones al extremo, es la objetividad política. Es un ideal difícil de alcanzar pero necesaria su búsqueda. No podemos extraviar las referencias porque nos hará cruzar el desierto sin brújula.
Tomás Cano Montúfar