La techumbre desmontable de aluminio y lona que alquiló ayer Julio Menchaca para cubrir del sol a sus 4 mil invitados tiene una renta promedio de medio millón de pesos por evento. Sume usted los equipos de sonido, pantallas, planta de luz, cámaras, sillas, vallas, transportes y seguridad. Antes hubo también fuerte inversión en anuncios espectaculares. El gasto es millonario.
Si el objetivo era difundir su tercer informe de actividades como Senador, fue un rotundo fracaso, pero si el propósito era mostrar su fortaleza para competir por la candidatura de Morena para gobernador del estado, entonces el evento (y el gasto), valieron la pena. Ya está enfilado a su objetivo.
Ni medios de comunicación, ni las redes sociales ni el público asistente hablaron del contenido del informe. Nadie en ese juego es ingenuo: fue el destape de Julio y ahora solo espera que el índice del Presidente lo unja como candidato.
Si en la superficie no se nota el cambio, menos en el fondo: el aspirante usa mucho dinero para promoverse, encuentra la ambigüedad y resquicios de las leyes para hacer campaña anticipada, acarreos, simulaciones y siembra de compromisos. En el fondo no hay cambio. Julio no sabe hacer política de otra manera. Tampoco muchos de los asistentes al suceso; coordinadores y demás “hicieron presencia” porque sueñan con un cargo o comisión a futuro, la mercancía común en la política elemental. En Hidalgo Morena no es el futuro. Ni una sola idea propia han colocado frente al cambio de gobierno. Repiten la palabra “alternancia” como un derecho adquirido, pero sin rumbo. La historia real revela que cuando llegan a ganar proyectos vacíos de ideas, inicia una cuesta abajo hacia el desastre.
Tomás Cano Montúfar