Hace algunas ediciones, se escribió en esta columna un artículo titulado “El poder de la voz guanajuatense”, donde se reconocía la increíble trayectoria musical del cantante de ópera Manuel Betancourt Camino, originario de San Felipe, Guanajuato. Sin embargo, al mirar atrás en la historia musical guanajuatense, me doy cuenta que aquel artículo es sólo una pequeña muestra del poder que han tenido los cantantes guanajuatenses, abriéndose paso con su voz.
Comenzaré hablando de Jorge Negrete, quien llegó a pisar firmemente en varios escenarios donde deleitó a público y colaboradores con su voz, aunque también pisó con vigor en distintos estudios de rodaje cinematográficos, convirtiéndose de esta manera en un gran referente de la Época del Cine de Oro Mexicano.
Otras emblemáticas personalidades de esta etapa del cine, fueron las hermanas Guillermina y Enriqueta Jiménez, mejor conocidas por sus apodos: Flor Silvestre y La Prieta Linda (respectivamente). La primera inició su carrera a los trece años de edad y a partir de esa momento grabó más de 300 discos y actuó en por lo menos 70 películas. La segunda, no sólo sería conocida por sus talentos; sino porque fue ella quien sacó a Juan Gabriel de la cárcel e impulsó su carrera de cantante.
Otro artista, cuya historia profesional es impresionante, pues este hombre recibía oportunidades de desarrollar su talento vocal por parte de músicos que quedaban cautivados con su interpretación. Es decir, ya tenía el talento, y aun así obtenía lecciones gratuitas de grandes maestros como José Pierson y Alejandro Cuevas.
Las voces de estos intérpretes guanajuatenses abrieron los sentidos y los sentimientos de su público, la crítica de ese tiempo y los otros compañeros cantantes de su época. De esta manera, no debe sorprendernos que su talento haya llegado a escucharse en varias partes, no sólo de México, sino de Hispanoamérica y Estados Unidos.
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