Primero la infancia

Ciudad de México /

Frente a lo que estamos viviendo en México, después de la devastación de Otis y presenciando desde lejos la guerra entre Israel y Hamás, no puedo dejar de pensar en los niños, los más afectados siempre en estos conflictos y desastres naturales. Pienso en su infancia no vivida y enfrentándose a sufrimientos que muchas veces no hay palabras para expresar. Las imágenes son fuertísimas tanto de la Franja de Gaza, de niños de cinco años entre escombros y con sangre en la cara buscando a sus hermanos aún más chicos, como de niños en Acapulco viviendo en unas condiciones deplorables.

Todos quisiéramos tener la preocupación: ¿Dónde jugarán los niños? Pero queda fuera de contexto. Lo principal ahora es dónde pueden estar seguros y sanos; protegidos y sin miedo. Para México, la infancia en Acapulco es un tema muy incómodo, incluso antes del huracán Otis y sin respuesta contundente oficial. Según la OCDE, México es primer lugar en abuso sexual de menores, con EU como principal lugar de procedencia de los pedófilos y pederastas, y Acapulco como destino es número uno casi pegado con Cancún y Tijuana. Y ahora le sumamos que los 300 mil niños afectados por el huracán no están asistiendo a la escuela y no sabemos hasta cuándo, y sus papás seguramente sin trabajo.

El turismo no vendrá a Acapulco por muchos meses más, incluso se habla de un año para volver lentamente a la normalidad, afectando a la economía de las familias más humildes y una vez más dejando a los niños en situación de riesgo, que los obliga a incorporarse al trabajo infantil o el sufrir explotación sexual. La cifra hace un mes era de 25% de los niños dedicados al trabajo infantil, segundo lugar nacional, solo después de Chiapas con 28%. Cuidar a los niños de Guerrero, quienes sus papás siguen en la incertidumbre, debe de ser la prioridad del presidente López Obrador.

Es urgente restablecer las escuelas cuanto antes, y no es por las clases en sí, sino por lo que el espacio y la rutina les crea. Ahí pueden dedicarse a lo que deberían de hacer los niños: jugar con sus pares y estar protegidos por sus mayores, recibir alimentos y si es posible atención médica y postraumática. La Unicef en México se ha unido al esfuerzo de buscar y crear estos espacios seguros. Fernando Carrera, su representante, enfatiza en movilizar la ayuda humanitaria sobre todo a niños y adolescentes, para cuidar su integridad física y emocional.

Sigamos ayudando a Acapulco a través de los canales ya tan difundidos. El huracán nos dejó en descubierto la realidad que se viene y que puede encrudecerse si no actuamos ya. Su reconstrucción tardará, pero los niños no pueden esperar.


  • Valeria Guerra
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