Vernos como iguales

Monterrey /

Nadie merece morir de manera violenta y menos por razones políticas o de odio. Lo sucedido en Estados Unidos con la muerte de Charlie Kirk es aterrador. No es solo una pérdida para su familia y seguidores, sino para todo EU. No es un crimen más, sino el resultado de años de división y de la siembra e implementación de lo que Martha Nussbaum llama “la monarquía del miedo”.

En palabras de la filósofa: “En Estados Unidos actualmente hay mucho miedo, y es un miedo que está a menudo entremezclado con la ira, la culpa (que se atribuye a otros) y la envidia”. Lo que lleva a las sociedades a separarse más, no cooperar y ver al otro como enemigo. Muchos líderes han optado por este tipo de propaganda consciente o inconscientemente a través de sus discursos y políticas, lo que termina creando odio y un deseo de eliminar a los distintos.

Basta ver los comentarios en redes o televisión sobre este suceso para palpar los sentimientos de una nación. En lo que va del 2025 ha habido 302 matanzas en grupo (mass shootings) y de esos, 47 ataques ha sido en escuelas, entre universidades y primarias, según CNN. El odio, que ha sido la base de los discursos actuales, bloquea la habilidad de pensar claramente, nos hace culpar a otros y elimina la esperanza. En la historia lo hemos visto en la Alemania nazi y también ahora en el conflicto de Medio Oriente.

Todos sienten la fragilidad de la democracia, los demócratas y republicanos. EU ha sido por muchas décadas el ejemplo de cómo sí a muchos temas y esperamos no sea muy tarde para retomar el camino, como lo han logrado otros países. Pienso en lo admirablemente manejado por Nelson Mandela. Un líder político que llevó a todo un país dividido a perdonar a los “victimarios”. No solo perdonó él los 27 años de cárcel por motivos políticos, sino animó a través de su discurso y ejemplo a que toda una nación perdonara y confiara.

Amartya Sen nos recuerda que la violencia florece cuando reducimos al otro a una simple identidad, a un partido o raza… se nos olvida que somos papás, vecinos, creyentes, seres con los mismos sentimientos que el otro. Solo viéndonos como un todo podemos reducir la tensión y empezar a vernos como iguales.


  • Valeria Guerra
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