Uno de los factores de riesgo más importantes para Morena, si sigue sin resolverse su conflicto interno, es la proximidad de las elecciones del 2021. Inevitablemente la inestabilidad del partido afectará la selección de candidatas y candidatos. Y perder la confianza y la aprobación del pueblo es algo que Morena no se puede permitir otra vez –entre otras cosas porque ahora no lleva a un líder carismático al frente.
Si algo ha hecho que Morena tenga una baja intención del voto, comparada con la aprobación presidencial, es el trabajo deficiente y alejado de los principios de la cuarta transformación que han realizado quienes llegaron a cargos de representación popular a través de la alianza juntos haremos historia. Esto se debió a que, en muchos estados, como estrategia para ganar la batalla electoral y evitar miles de muertes ante la amenaza de la relegitimación electoral del narcoestado, se optó por impulsar a perfiles conocidos, que contaban con capital político, pero, muchas veces, no con la aprobación del pueblo. Se recibió también a personas consideradas honorables, pero que se alejaron cada vez más de los principios de la 4T, sin recibir sanción o señalamiento público alguno, generando así desconfianza y decepción.
A dos años del triunfo de Morena, el partido tenía la obligación de institucionalizarse, de fortalecer su organización e impulsar y preparar a sus cuadros políticos. Aunque Morena se distinguiera por no ser un partido electorero, hemos estado siempre conscientes de que la conquista del poder político es un medio para cambiar la realidad de este país. Y, mientras en las filas de Morena hay personas valiosas, luchadoras y luchadores sociales que han recorrido el territorio y que priorizan los intereses colectivos sobre los personales, eso es justamente lo que ha faltado en la dirigencia.
Quienes desde arriba se aferran a permanecer de manera ilegítima en la dirigencia nacional del partido prefieren mirar a otro lado. No los conmueve el daño que hacen al proyecto, a las bases y a quienes simpatizan con este esfuerzo. Señalan al pueblo como “prianista”, para así impedir que decida en una encuesta abierta a los simpatizantes del lopezobradorismo, como si no fuera gracias a más de treinta millones de mexicanas y mexicanos que Andrés Manuel está en la presidencia y hoy somos mayoría en las Cámaras. Fue el presidente quien nos enseñó a confiar en la gente, en su sabiduría. Por eso, sólo la encuesta abierta permitiría dar continuidad a la institucionalización del partido.
Quienes tuvimos la oportunidad de consolidar Morena, crear comités y afiliar a las y los protagonistas del cambio verdadero casa por casa, sabemos que hay mucha gente que quedó fuera, no por no intentar afiliarse, sino porque SIRENA, el sistema de afiliaciones de Morena, era manejado en los estados sólo por algunas personas, quienes por descuido o con intención eran determinantes para el ingreso de miembros. Muchos que ayudaron a defender y a promover el voto hoy no forman parte del turbio padrón. Es injusto dejarlos fuera, cuando también se dedicaron a construir movimiento. Morena no debería tenerle miedo al pueblo; debería preocuparse por aquellos y aquellas que anteponen sus intereses personales sobre un proyecto colectivo, poniendo en riesgo la continuidad y la integridad del partido. Andrés Manuel lo ha dicho siempre: con el pueblo todo, sin el pueblo nada.
@Lopez_luevanos