No cabe duda de que muchos de los temas económicos pueden y deben abordarse desde una perspectiva de género. La crisis actual no es la excepción. Lejos de afectar por igual a toda la población, el virus ha demostrado tener preferencias: ataca más a hombres que a mujeres, a mayores que a jóvenes... Los efectos del virus han hecho que las diferencias se hagan más notorias.
El choque económico y sus pérdidas laborales no han afectado por igual a hombres y a mujeres. Las recesiones anteriores dañaron en mayor medida a los primeros. Los sectores que solían ser los más afectados, como la construcción o la manufactura, empleaban una mayor proporción de hombres. En la crisis financiera del 2009, la tasa de desempleo masculina en Estados Unidos alcanzó un 11.1%, mientras que la de las mujeres se quedó en 9%. De hecho, en ese momento la participación de las mujeres en la fuerza laboral estadounidense rebasó el 50%, presuntamente porque mujeres que antes no trabajaban empezaron a hacerlo para compensar las pérdidas en el ingreso laboral de las familias.
La situación actual es distinta. El cierre y la reapertura parcial de la economía ha afectado más a los sectores que emplean a más mujeres. En México, la participación laboral de las mujeres en el sector primario es 12% y en el secundario 26%. El sector servicios, que ha sido el más golpeado por el virus, es el que emplea a más mujeres: su participación es de 50%. En particular, uno de los sectores más aquejados, el de restaurantes y servicios de alojamiento, tiene una participación femenina de 59%. No solo son de los sectores que más están sufriendo, serán también los que tardarán más en recuperarse. Si las mujeres están en el sector servicios, es más difícil hacer sus labores desde casa, como lo señalan en un artículo de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de EU; más hombres que mujeres pueden trabajar desde su hogar.
La participación laboral de las mujeres en México era baja antes de la pandemia, apenas rozaba el 45%, mientras que para los hombres rebasaba el 76%. Los cambios porcentuales entre la PEA femenina y la masculina son similares, alrededor de 12% de disminución entre marzo y junio. Pero esto no ha terminado. Empieza el regreso a una nueva realidad. En algunos casos el ciclo escolar ya empezó, en otros está a punto de hacerlo. Con ello, las mujeres enfrentarán todavía una carga mayor en casa y las que trabajan, aún mas. Más allá del impacto educativo que la escuela en casa tendrá, el impacto de ésta en la participación laboral femenina se verá pronto. Las mujeres llevarán, otra vez, la mayor carga del cuidado familiar, de su propio empleo y de la educación de los niños.
Para tratar de hacerle frente a este escenario, muchas mujeres están organizando “burbujas escolares”. Juntan grupos pequeños de niños y se contrata una maestra, de tal manera que libere a las madres un poco de su carga de trabajo, una especie de regreso a las suprimidas estancias infantiles. Desde luego existe el riesgo de contagio, pero estas burbujas escolares pueden ser el salvavidas de las mujeres que trabajan (y de las que no) y que buscan y necesitan mantener su espacio laboral. Tiempos difíciles para todos, el retroceso en la equidad laboral se hará notar.
*Directora del Imco
@ValeriaMoy