Probablemente el tema del día gire en torno a los precios negativos del petróleo o a las nuevas cifras del coronavirus, pero la semana pasada, en una participación en La Hora de Opinar hablamos sobre el papel de los empresarios en estos momentos y su relación con la actual administración. Más allá del segundo, me parece importante abundar sobre la responsabilidad social de las empresas. Cuando salió el tema en el programa se sugirió que las empresas son entes cuyo único motivo para existir es la generación de utilidades. Los límites a las mismas están, o deberían de estar, comprendidos en la legislación aplicable y no se les debería de exigir más allá.
Difiero. Por supuesto que el motor que más mueve a las empresas es la generación de utilidades. Así se nos enseña en los modelos económicos: el objetivo de las empresas es maximizar utilidades. Si ese es el objetivo único casi que podríamos agregar a costa de lo que sea, claro, mientras se cumpla la ley. No dudo que haya empresas que operen así, no creo, sin embargo, que sea lo que describe a todas como conjunto. Maximizar utilidades —pero no a costa de lo que sea— describe la operación de muchas.
Por supuesto, la forma en la que las empresas se rigen —el gobierno corporativo— tendrá un papel fundamental. Las asambleas de accionistas y las juntas de consejo guiarán a las empresas en este balance entre el valor de la empresa y la responsabilidad que la misma tiene como ente económico con un impacto importante en el ambiente —comunitario, social, ecológico— en el que se desempeña. En algunos casos, seguro los casos mexicanos vendrán a la mente, las empresas son de las familias o de una persona, en cuyo caso se puede hablar de empresarios y de empresas casi indistintamente, pues la empresa lleva el sello de la persona.
Una empresa (o empresario) con responsabilidad social, en mi entender, es aquella que no hace solo lo que le permite la ley o la estira a su conveniencia; es aquella que tiene registrados a todos sus trabajadores con el sueldo completo que reciben. Muchas empresas, y hay que incluir a entidades gubernamentales porque son líderes en este tipo de prácticas, registran a sus trabajadores con un salario menor al que reciben y le pagan lo demás “por fuera” y “por fuera” no significa en un sobre manila entregado en un lugar oscuro en efectivo; es en forma de un bono, una compensación garantizada o algún otro esquema permitido por la ley, pero que priva al trabajador de una cotización completa impactando negativamente los recursos que tendrá en su pensión. Una empresa con responsabilidad social establece en su forma de operar políticas que eviten la discriminación por género, preferencia sexual, estado civil o color de piel y se encarga de que esas políticas se traduzcan a la realidad y no queden solo en un manual. Un empresario con responsabilidad social no hace lo que sea con tal de generar ganancias, aunque se le considere “pragmático” en el léxico de hoy; un empresario así cuida su reputación y cuida a sus trabajadores y sus clientes.
Reconozcamos que esas empresas existen y el profundo valor que agregan a la sociedad. Sí, también hay empresarios depredadores, esos crean su reputación solos.
@ValeriaMoy