Se aproxima el Día de la Mujer, ese día que no hace más que recordar las diferencias en paga, en oportunidades, en salud, en cuidados, en educación y que da pie a cientos de foros sobre equidad de género. Respeto a quienes hacen activismo directo por disminuir la brecha de género aportando información e incidiendo en políticas públicas. Reconozco también a quienes luchan desde su trinchera sin ser activistas: aquella bióloga que habla de biología aunque no de lo difícil que es combinar su vida laboral con su vida familiar; a la abogada fiscalista que logra ser de las mejores en su ámbito sin jamás hablar de las dificultades que enfrentó en el camino; y sobre todo a aquéllas que mueven cielo, mar y tierra para poder llevar una jornada laboral medianamente normal, pasando horas yendo a su lugar de trabajo para recibir un salario que complemente al de la familia.
Son esas últimas quienes necesitan apoyos, pero no vaya usted a ser neoliberal y confundir el término “apoyo” con “dinero”. Los apoyos vienen en diferentes formas, pueden ser refugios, asesoría legal, acompañamiento, ayuda sicológica; y aunque suene paradójico, no todo puede ser sustituido con una transferencia de fondos.
Desde un punto de vista teórico, las transferencias no condicionadas de recursos permiten a los agentes alcanzar mayores niveles de bienestar. Siendo los agentes racionales, cada uno usaría esos recursos de acuerdo a sus preferencias y lograría una mayor utilidad, como se diría en la jerga de los economistas. Pero la realidad rebasa a los supuestos de los libros de texto y en ocasiones lo que se desea no es únicamente dar un apoyo monetario, sino cambiar la conducta y las condiciones.
En este Día de la Mujer se elimina el subsidio a las estancias infantiles, que permite que miles de mujeres puedan ir a trabajar. Este año se asignó en este rubro prácticamente la mitad de lo que se presupuestó el año pasado, un poco más de 2 mil millones de pesos, que ahora serán, en teoría, entregados directamente a las usuarias. Con los recursos que se les darán, no podrán sustituir el apoyo de las estancias. No les alcanzará o las estancias cerrarán, así que de facto esta medida no mejora la condición de nadie.
También se eliminan los programas de apoyo para refugios y centros de atención para mujeres víctimas de violencia, que tenían asignados 346 millones de pesos para este año. (En contraste, al programa de apoyo al béisbol se le asignaron 350 millones). Estos refugios no solo le cambian la vida a las mujeres que tienen que recurrir a ellos, muchas veces se la salvan. Y no se trata de dinero, se trata de dar apoyo –legal, sicológico, médico– a mujeres que son violentadas dentro de sus casas. ¿De verdad cree alguien en el gobierno que sustituir ese apoyo por un monedero electrónico mejorará la condición de estas mujeres?
Tampoco se asignaron recursos al programa de atención integral para pacientes con cáncer cervicouterino, el segundo cáncer más común en mujeres en México.
El presidente dijo en el marco del Día de la Mujer de 2017: “Yo veo un futuro distinto para México, para las mujeres. Les vamos a aminorar la carga a las mujeres.” ¿Será? Porque parece justamente lo contrario.
@ValeriaMoy