A las 10:30 de la mañana, la Avenida Reforma de la ciudad de Puebla, a la altura de El Gallito, se va llenando de manera pausada de quienes se dirigen a la marcha en apoyo a una institución que, de acuerdo con la última encuesta de Morena presentada por Mario Delgado hace unos días, tiene un 75 por ciento de aceptación. Me sorprende que la mayoría de las personas que ya ocupan la calle, en promedio, tienen de más 50 años en adelante. Será que han querido llegar primero quienes tienen una clara memoria de que la construcción de un INE confiable no fue ni enchílame otra, ni tampoco se logró en un día. Más adelante y conforme fue pasando el tiempo, fueron llegando personas cada vez más jóvenes y de todo el espectro de las clases medias urbanas. De ahí, de la amplia gama de clases medias, vinieron los asistentes de la marcha en defensa del INE.
Mientras, en la Ciudad de México los militantes de los partidos que se sumaron a la marcha iban cada quien por su lado. Aquí en Puebla los panistas decidieron incorporarse juntos, aunque la manifestación de Puebla no dependió del PAN institucional para su organización; ellos fueron- me dicen- como respuesta a la invitación de las organizaciones convocantes. Sin embargo, no puede uno no notar a muchas de sus bases en la caminata. Su estilo mesurado pero cargado de sentido del deber es inconfundible. Prendidos de una larga lona que decía "Yo defiendo al INE", los cuatro diputados federales por Puebla del PAN y algunos ciudadanos anónimos ocuparon el frente de la marcha, justo detrás del camión, una plataforma que después se usaría de templete. En mi calidad de inexperta reportera, a falta de Sergio Mastretta que no estuvo en Puebla para cubrir la marcha, fui preguntando si alguien había visto a los del PRI, pues acababa de escuchar en el radio que Alito Moreno se había presentado en la marcha de la CDMX. "Vienen ahí y también los del Verde, pero no quisieron sumarse a caminar juntos". Dos diputados federales son del PRI: Lázaro Jiménez Aquino, a quien no conozco; y Blanca Alcalá Ruiz, a ella sí, pero no logré verla. Cada uno de los votos del PRI será decisivo a la hora de votar las reformas que pretende el Presidente. No marcharon juntos PAN y PRI. ¿Será esa distancia entre unos y otros el resabio de tantos años de ser oposición entre ellos ? ¿Hay causas por encima de sus particulares desafectos que lograrán aglutinarlos?
Voy platicando mientras escucho las consignas y gritos espontáneos de quienes marchan, y entre las voces aisladas escucho una que me gusta en la boca de un señor definitivamente mayor : "El INE es nuestro". "¿Así lo siente usted?", le pregunto. "Claro. Estos muchachos no tienen ni idea de lo que nos costó llegar hasta acá. Que les echen de nuevo a Bartlett, a ver qué hacen con eso". Recuerdo un dato que leí esta semana: tres de cada cuatro ciudadanos con credencial de elector aun no nacían en 1984. Tenían seis años cuando se acuñó el término del "fraude patriótico" para justificar darle el triunfo al PRI a costa de lo que fuera, y 13, cuando en 1997 se votó por primera en unas elecciones organizadas desde un instituto electoral, cuyo presidente ya no era el secretario de Gobernación , sino el ciudadano José Woldemberg. Para algunas cosas es mucho tiempo, para otras es apenas ayer. Construir es difícil, tirar, destruir, cualquiera lo hace. En ese año de 1997, el PRI perdió la mayoría en el Congreso de la Unión después de casi 70 años.
"¿Por qué estás aquí hoy?", le pregunto a una joven que viene acompañada de su abuelo. "Yo voté por Morena en 2018. Con esas reglas y ese INE ganaron y nadie se los cuestionó. ¿Porqué cambiar ahorita las reglas cuando falta tan poquito para la elección que sigue? Mi abuelo no lo cree, pero yo creo que esta lucha se ganará también a tuitazos, pero por mí que no pare, aquí vine con él a esta marcha".
Fluye la gente, poco a poco la asistencia se ha ido diversificando . Muchas parejas con niños, o de plano toda la familia completa. Ya les conté que el primer contingente de la marcha podía haber sido desviado directo a tramitar su credencial de tercera edad. Hubo en esa generación un particular interés de estar presentes hoy, de defender una credencial que por años ha sido para muchos la mejor manera de identificarse y con la cual no contaron la mitad de su vida. Una credencial que expide sin mayores complicaciones y de manera pronta un Instituto electoral eficaz, cordial, muy bien organizado. Una credencial que permite votar bajo un sistema en que los ciudadanos y los funcionarios electorales nos facilitan el proceso, proceso en el que los desaguisados y las trampas no corren por cuenta de los organizadores y el árbitro. Con todo respeto -diría nuestro clásico- eso sigue quedando a cargo de los partidos.
Me encuentro en el camino a un ex compañero que fue consejero electoral en 2000 y en 2003. ¿Cómo ves? ¿Crees que haya tanta necesidad de modificar las cosas ahorita? ¿Será todo esto un parteaguas adverso para el gobierno? A saber.
Son muchas las consignas, pero casi todas giran alrededor de la defensa del INE, del árbitro. No ha sido ésta una marcha mayormente antigobiernista ni de consignas agresivas. Por ahí una frase de "Es un horror , estar con Obrador" se disuelve en medio de "Yo defiendo al INE". No es el tono de los asistentes ni de la marcha. Ha habido foco en las propuestas, mesura en la expresión, solidez y seriedad en que no se quiere perder ni dejar solo al árbitro porque en general se le quiere bien. No sabemos si su defensa causará mayores arrebatos pasionales en el futuro, por lo pronto hoy mereció una defensa sin estridencias ni exabruptos pero con mucha gente contenta y decidida a expresar lo que piensa.
Al llegar al Zócalo, uno de los organizadores de la marcha leyó un comunicado desde el camión que sirvió de templete. No hubo mayores gastos ni derroche en este evento. La vigilancia por parte de las autoridades estatales y municipales fue discreta y atinada. Durante 15 o veinte minutos después de concluido el evento, hacia el Zócalo por Avenida Reforma siguen aún llegando un buen número de manifestantes. Poco a poco el flujo ya también es de paseantes y despistados, como el de un domingo después de una fiesta, concurrido y festivo.
"El INE es nuestro", pienso, mientras entro a la panadería La Flor de Puebla a comprar cocoles de anís.
Verónica Mastretta