Arte para combatir la violencia de género

  • El sexódromo
  • Verónica Maza Bustamante

México /

El primer punto de cruz de “La manta de curación: pieza por pieza y de país en país/Healing Blanket: Piece by Piece and Country by Country” se bordó en Oaxaca. La curadora y activista social Marietta Bernstoff, junto a su colectivo Mujeres Artistas y el Maíz (MAMAZ), arrancó ahí un proyecto de reflexión en torno a la violencia que, cual hilo de Ariadna que vincula a los seres humanos, se ha convertido en símbolo internacional de unión y sanación.

Marietta explica: “Cuando empecé a leer sobre la violencia que viven las mujeres y los niños, y también del daño que le estamos haciendo a la Madre Tierra, pensé en armar entre varias mujeres, amigas, artistas, una manta de patchwork que hablara de estos temas tan importantes. Abrí la convocatoria, le dije a una mujer, a otra, y en un minuto comenzaron a responder de todo el mundo; llegaron respuestas de Francia, Alemania, Inglaterra, de pueblos y ciudades mexicanas”.

El patchwork es una antigua técnica mediante la cual se unen retazos de tela para formar algo más grande. Surgió como una necesidad de las mujeres de pocos recursos para cubrir los requerimientos de vestido y cobijo de las familias. Hoy en día se usa de forma utilitaria pero también artística.

La convocatoria pedía usar cuadros de manta de 70x70 e intervenirlos: “Puede ser pintura, bordado, collage, fotografía, lo que quieran, pero sobre la manta para poder unirlos”, explica.

Su sede en la Ciudad de México es Casa del Tiempo, centro de extensión educativa y cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana. Para su directora, Cynthia Martínez, “este proyecto ha servido para iniciar un círculo en el que participan distintos colectivos de bordadoras, muchas mujeres de nuestro barrio, alumnas y académicas de la UAM; algo fabuloso por ser un proyecto redondo”.

En un espacio de la casona ubicada en la colonia San Miguel Chapultepec se pueden admirar algunas piezas. Han llegado tantas, ya más de 500, que la labor de unirlas para poder exhibirlas sigue en activo. Entre los temas se mencionan los feminicidios, la trata de persona, la violación, el acoso, los desaparecidos, el daño a la ecología. Se trata de verdaderas piezas de arte que, además de su variedad de estilos, son conmovedoras. Hay reclamo, hay dolor, hay rabia, pero también hay esperanza, sororidad, empatía, apoyo. Por eso es una manta para sanar.

La artista visual Ivonne Ortiz, quien dio capacitación e hizo labor conjunta con las participantes, resume con precisión los objetivos: “Es una gran oportunidad para poder transmutar la rabia, el enojo y la frustración que significa la violencia. Es llevar un mensaje a todas aquellas mujeres que necesitan alivio, decirles que no están solas. También es una invitación para que los hombres entiendan lo que está pasando con nosotras, cobrando conciencia de cuál es el sitio histórico que hemos tenido y buscar en unidad maneras para revertirlo”. 

Al Zócalo, la manta de curación

Los colectivos e instancias que se han integrado a “La manta de curación: pieza por pieza y de país en país” son numerosos. Entre ellos se encuentran Ateleier Miku Meko, Arte Mujer Oaxaca, Instituto de Artes Gráficas, Escuela Secundaria “General Enedino Jiménez” de Juchitán (con 85 piezas elaboradas por niñas), Foto Museo Cuatro Caminos, Universidad Iberoamericana, Casa del Migrante en Tijuana, Colegio Ecab de Cancún, Mesa College de San Diego, Museo de las Américas en Puerto Rico y muchos más, aunque también ha sido importante la colaboración de mujeres que, a título personal, decidieron unirse a la propuesta.

“El arte en general es muy pacífico. Es fuerte, es poderoso, pero no usa la violencia, porque emplea la creatividad y la memoria”, reconoce Marietta Bernstoff. Por ello, el proyecto tiene otras dos actividades de suma importancia: este domingo, 26 de enero, a partir de las 10 de la mañana, exhibirán en el Zócalo capitalino la manta monumental, en la esquina con Francisco I. Madero. La idea es armar una jornada de visibilización que genere una reflexión que lleve a tomar conciencia de la terrible violencia que se está ejerciendo sobre aquello que se debería cuidar: las vidas ajenas, particularmente de las mujeres, y el planeta.

“No nos ponemos a pensar que lo que comemos, el aire que respiramos, los lugares donde vivimos; todo forma parte de la Tierra y si la seguimos violentando llegará un día en que ya no pueda sostenernos. Estamos en el límite histórico para entenderlo, para modificar conductas”, explica la activista.

Como dice Cynthia Martínez, “tenemos que desmantelar distintas prácticas para tratar de reactivar y resignificar lo que queremos hacer como seres humanos”. Por ello, a la par de la exposición de las piezas habrá un concierto, una sesión de meditación, talleres para seguir elaborando más cuadros.

Además, después de estar en la CdMx, la manta será mostrada en Tijuana y después en toda localidad del país y del mundo en donde quieran compartir este mensaje de unidad, conciencia, empatía y sanación. 


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