Pasan los días y un problema muy grave se expande. Es la cantidad de niños y niñas huérfanos cuyos padres han perdido la vida durante la pandemia por covid19 en México, tan solo a abril del 2021, se habían registrado casi 250 mil niños y adolescentes huérfanos por esta causa, hoy la cifra se acerca a los 400 mil según un estudio del Instituto Belisario Domínguez del Senado. Esta dura realidad es un tema que nos toca la puerta con un escenario de orfandad preocupante para nuestro país y sus niños.
¿Qué significa esto?
Que cientos de miles de niños y niñas amanecen sus días en una situación de completa vulnerabilidad. Si miramos más allá de las cifras y observamos desde el punto de vista social y humanitario, entenderemos que todos estos menores vivieron algo terrible, donde su mundo se vino abajo, al perder a uno o varios miembros de su familia en poco tiempo. Además, el aislamiento por Covid impidió que muchos de estos niños y niñas se despidieran de sus padres, tampoco pudieron asistir a su funeral ni procesar su duelo.
¿Qué va a suceder con casi medio millón de niños mexicanos sin padres quienes de pronto recibieron la noticia de que serían llevados de inmediato a una casa hogar? ¡Qué triste situación!, se quedarán con el deseo frustrado de volver a ver a sus padres, con las ganas de seguir en su casa o asistir a la misma escuela, pero todo eso, absolutamente todo cambió, no lo podrán hacer nunca más.
Hoy su realidad es el desplazamiento, es la necesidad de adaptarse a orfanatos o albergues, y contrarrestar esas lagunas emocionales que los marcarán para siempre. Sin embargo, ya no hay marcha atrás, y esa es su ¨nueva normalidad ¨.
Se debe actuar de manera inmediata, aunque las circunstancias apuntan que pocos podrán hacerlo y las consecuencias llegan rápidas y amplias.
Si para los adultos nos ha sido complicado adaptarnos a la nueva normalidad, no imagino como será para estos niños seguir viviendo sin alguna contención emocional, ya que en la mayoría de los centros de asistencia social donde han sido llevados, no cuentan con servicios de terapia psicológica.
Esta situación nos habla de un mal manejo de la pandemia, de la falta de estrategias de incidencia social por parte de las autoridades para enfrentar a las víctimas que son los niños, niñas y adolescentes de nuestro país.
¿Qué pasará con los huérfanos que nos dejó el covid-19? ¿Serán adoptados por la pobreza, el aislamiento, la violencia, el crimen organizado? ¡Todo un estuche de monerías el Covid19!
¿Qué no nos toca a todos jugar un papel más allá de la mera denuncia? ¿Cómo podríamos involucrarnos y hacerles sentir que no están solos? Ahí es donde realmente nos probamos de qué estamos hechos los mexicanos.
¿Estamos de verdad a la altura del problema, o es más fácil no hablar del tema?
Verónica Sánchez
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