Javier “Pato” Ávila A. S.J. (I)

  • De neblinas y Don Goyo
  • Víctor Bacre Parra

Puebla /

La cita era los domingos a las 20 horas, sin fallarle, en Río Hondo número 1, en San Ángel, que en aquel entonces era el Seminario de la Compañía de Jesús, los S.J., ya que “La Misa Hossana”(con arreglos del gran dúo de los “Pianos Barrocos”) se ofrecía a los feligreses -en su mayoría jóvenes tanto mujeres como varones asistentes- que, generalmente, en concelebración del Provincial con otros sacerdotes y teniendo como acompañamiento musical al grupo de “La Fauna”, abarrotaban la capilla-iglesia del seminario jesuita.

Entre los integrante de “La Fauna” recuerdo al “Gato”, al “Pato”, a Mario Ávila, al teziuteco-poblano José Ignacio González Molina y al tuxpeño-veracruzano Arturo Saénz Ferral, con quienes departíamos al término de la Eucaristía, hasta que de manera amable y velada, pues nos corrían. Ahí conocí y empecé a admirar a Javier “Pato” Ávila, entonces seminarista con firme vocación para pronto hacerse sacerdote jesuita.

Pasó el tiempo y las circunstancias. Un día, estando con Enrique González Torres, S.J. en su oficina de rector de la UIA-México, entró a ella un hombre menudo, sencillo y amable. Vestía pantalones vaqueros, botines y camisola a cuadros. Me lo presentó Enrique y me dijo: “Soy Pepe Llaguno, el único obispo jesuita en México. Lo soy en la Tarahumara, con los rarámuris. Y, si quieres ver mi anillo episcopal aquí lo tienes”, mostrándomelo en un llavero sencillo donde lo portaba.

Otras circunstancias y otro tiempo. Me reencontré en Monterrey, con la Fundación Llaguno que presidía y había fundado Pepe, que seguía apoyando a la Tarahumara ya con Javier “Pato” Ávila, S.J. como sacerdote responsable de los trabajos religiosos, de los derechos humanos y de la pastoral social con el pueblo rarámuri. Yo laboraba en la Universidad Virtual del Itesm, en la “Escuela de Graduados en Educación” y, posteriormente como Director de la Maestría en Estudios Humanísticos y como Director del Departamento de Humanidades, desde donde seguimos apoyando los quehaceres y compromisos de Ellos, con la Tarahumara.

En nuestra próxima colaboración hablaremos del asesinatos de los padres jesuitas y del civil, perpetrados por José Noriel Portillo Gil, “El Chueco”…

Víctor Bacre

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