“La Pony”, y ¿el Nobel de Literatura?

  • De neblinas y Don Goyo
  • Víctor Bacre Parra

Ciudad de México /

Hélène Poniatwosky (París, 19 de mayo 1932). “La Pony” como le puso de cariño, Carlos Monsiváis, cumplió 88 años hace dos semanas. Ha sido periodista, escritora y activista social. Sumamente conocida, admirada y querida en nuestro país donde ha participado con las mejores causas y sucesos contemporáneos. El movimiento estudiantil de 1968 (recibió el “Premio Cervantes” en la Universidad Complutense de Madrid por su libro “La Noche de Tlatelolco”). Las dos últimas visitas que le hice a su casa de Chimalistac fueron hace 3 años. Antes, en la feria del libro en Monterrey, asistí a la presentación de su libro “El tren pasa primero”. Me formé para que me dedicara el libro: “A Víctor Bacre en recuerdo del Nobel y de Julio Scherer García. Todo el cariño de Elena Poniatwoska Amor. 8-X- 2005”.

La dedicatoria hace mención al convencimiento que teníamos don Julio y yo, de postular a Elena como candidata al Nobel de Literatura, en los años anteriores a 1985. Detuvimos la acción al recibir la petición de Octavio Paz y de su grupo, por lo que nosotros y Elena ya no continuamos con nuestro propósito común de candidatearla (Paz recibió el Nobel en diciembre de 1990), y de ahí el significado de su dedicatoria que tengo en el libro, de su puño y letra. En mi libro “Artesanías De…” está escrito el poema que le dediqué a Elena y que se llama: “De Ámbar (Reinísima).

De la huída parisina a la llegada de Chimalistac, con Lilus y Jesusa pasando por Tlatelolco, las crónicas y costureras que te buscan, ¡Oh ironía! Y te regresan al origen.

Límites arcanos a celo puesto que enfatiza retomar el compromiso dejar todo símbolo y toda sombra de poder ahí donde los nidos y las horas se recuestan y se venden, para dejar premios y ganar amigos y amores (Tonatzintla, los periódicos, conferencias, el Monsi, Pandoras, cursos de verano, coronación, baile de debutantes, el Cervantes, la Complutense y libros, por ejemplo).

A costa de remedios silenciados por bondades y cariños al conocer tus nieves y tus sillas de caoba-madera-ámbar (sobre todo la de Foppa) negación de cantidades, departamentos y fechas rebuscadas que no te hizo mejor (tal vez lo más que llegó fue a darte rasgos de gaviota) y arenas cocidas de sueños y pisadas.

Hoy, no esperes más, no esperes que tus golpes de sal y tus lágrimas de fe se remonten en juego como un adiós emboscado…tendrás más odios y palabras que mares y caminarás quieta…

Con muchos momentos vencidos en las playas y llama pronta, si aparece la derrota, al marinero: silba, baila, canta, escribe, gruñe la canción del vigía y elude las sirenas y sus llantos y los corales artificiales cuando el Nobel te pida tu miedo no lo muestres, escóndelo en tu corazón y guárdalo en tus ojos.

Y si volvieras a escuchar los susurros y lamentos- rezos de inviernos ocultos tras las maderas de Cuetzalcoáhuitl prometidas-,elude los abismos y las cimas arrójate al fondo de sus labios de Tina: Tinísima. Inocente/ Amada/ Eterna/ Universal/ Pura…escápate por los huecos de sus iras tapa tu respiración y no la hundas/ y vete a buscarla entre las olas…”

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