El 2024 se perfila como un año crítico para el manejo del agua en el sur de Tamaulipas. Tras una severa crisis hídrica que dejó a miles de hogares sin suministro, el organismo operador del agua, Comapa Sur, enfrenta el desafío de atender un creciente problema: las fugas.
Este año, se reportaron más de 11,000, superando el promedio histórico de 8,000. Aunque su gerente, Francisco González Casanova, prometió reparar al menos 1,000 de las 3,000 fugas más recientes antes de que finalice el año, la situación parece superar las capacidades actuales del organismo.
El desperdicio de agua potable debido a fugas no atendidas es visible en varios puntos de la ciudad, algunos denunciados reiteradamente en redes sociales sin respuesta o solución.
Los reportes en plataformas digitales sobre el derroche de agua contrastan con los discursos oficiales de acción inmediata. En algunos casos, la pérdida de agua se extiende por días o incluso semanas, afectando el suministro en zonas aledañas.
Además, la inversión de 33 millones de pesos para reparar daños en pavimentos tras atender fugas refleja un esfuerzo parcial que no aborda el problema de raíz: la infraestructura insuficiente y el rezago en mantenimiento.
Mientras tanto, las autoridades siguen priorizando parches y soluciones a corto plazo, aparentemente sin contar con un plan estructural para mejorar el sistema de distribución de agua de forma integral.
Si la crisis hídrica evidenció la vulnerabilidad de los sistemas de abasto, las fugas actuales confirman que aún falta mucho para garantizar un servicio eficiente.
Las fallas en la red no solo afectan el bienestar de la ciudadanía, sino que también impactan las actividades económicas, al interrumpir el servicio en áreas comerciales y residenciales.
La ciudadanía se pregunta si la Comapa Sur logrará cumplir con sus compromisos o si el agua continuará perdiéndose, gota a gota, mientras las soluciones prometidas no llegan.
Los habitantes de la zona sur siguen esperando una respuesta eficaz que apunte a mejorar la infraestructura, garantizar un suministro constante y, sobre todo, evitar que se repita el desastre de la crisis hídrica del 2023.