Tiene un año entre nosotros, al alcance de nuestras manos y si bien es muy corto el tiempo para conocer el resultado de su beneficio en la salud de los mexicanos, la llegada del nuevo etiquetado frontal de alimentos y bebidas no alcohólicas modificó la percepción en la forma de compra por parte de los consumidores.
“Esta herramienta permitirá conocer si el contenido en términos de calorías, azúcares, grasas saturadas, grasas trans y sodio, rebasa los niveles adecuados para mantener la salud, es decir, empoderará a las y los consumidores para la toma consciente de decisiones, a fin de reducir los niveles de obesidad y sus consecuencias sobre la morbi-mortalidad que produce la diabetes, el cáncer, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares y también covid-19”, así lo ha indicado la Secretaría de Salud federal.
Además de los propósitos y objetivos de las instituciones involucradas en esta disposición, es importante reflexionar si en nuestro entorno cercano se ha cumplido con alcanzar una mejor toma de decisiones al momento de comprar los alimentos, si en verdad se ha obtenido el avance de una sana alimentación resultado de la información mostrada en cada uno de los sellos.
Estudios indican que el 56% de los productos se reformularon para encaminarse a ser más saludables, como una medida para evitar las marcas de advertencia. Lo positivo de los octágonos incluidos en las diferentes presentaciones de paquetes o envases, es que son extremadamente claros para el público.
“74% de los encuestados respondieron que aprobaban el etiquetado frontal de advertencia, 72% reportó que éste es comprensible para los consumidores y el 72% también consideró que los sellos son útiles para tomar decisiones sobre los productos que consume, siendo el sello de azúcares el octágono más influyente en las decisiones de compra”, arroja una encuesta de El Poder del Consumidor.
Tal vez la deficiencia en este importante esfuerzo es la forma de comunicar, la campaña para promover la información del etiquetado fue totalmente radical “cortar por lo sano”. Difícilmente pensar, aunque no imposible, que los consumidores dejemos los malos hábitos alimenticios de forma tajante.
Lo ideal es consumir alimentos sanos, pero si a pesar de esto las personas toman la decisión de adquirir productos alejados de este rango, entonces proponer una campaña de "consumir los que tienen menos sellos y por lo tanto no tan dañinos”.