Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum se concentra en una demostración de fuerza política en el Zócalo y en dar respuestas diplomáticas a Estados Unidos, en Tamaulipas la realidad se impone con una crudeza que pocos pueden ignorar.
En las últimas horas, el estado ha sido escenario de decomisos, aseguramiento de unidades “monstruo”, incendios y el cruce ilegal de droga que solo es detectada al llegar a suelo estadounidense. Todo esto ocurre en medio de un descontrol alarmante en las aduanas, donde la posibilidad de corrupción se vuelve cada vez más difícil de negar.
La pregunta obligada es: ¿cómo impacta esto a la población? Porque más allá de los decomisos espectaculares y los discursos de “mano dura”, los ciudadanos de Tamaulipas siguen enfrentando el mismo escenario de siempre: carreteras inseguras, municipios dominados por el miedo y un Estado que no puede garantizar ni siquiera el tránsito seguro de sus habitantes.
Cada aseguramiento de droga en Estados Unidos expone un sistema fallido en México. Si los cargamentos logran cruzar la frontera sin ser detectados, la pregunta evidente es cuántos más pasan sin ser descubiertos. Y si las unidades “monstruo” circulan con total impunidad, ¿qué dice eso de la presencia real de las fuerzas de seguridad en la región?
Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos observa con atención y ajusta su estrategia. La reciente presión diplomática no solo tiene que ver con los aranceles, sino con la creciente impaciencia ante la falta de resultados en materia de seguridad.
A Washington no le interesa la narrativa oficialista ni las movilizaciones masivas; lo que espera son hechos concretos. Y hasta ahora, lo único que queda claro es que Tamaulipas sigue siendo un punto crítico que México no ha sabido —o no ha querido— controlar.
Si la administración federal sigue priorizando la imagen política sobre la seguridad real, el costo lo seguirán pagando los ciudadanos. Tamaulipas no necesita más discursos, necesita acciones que rompan con la inercia de violencia y corrupción que lo mantiene atrapado en el mismo camino.
De manera paralela los ánimos por la sucesión por la gubernatura cada vez son más evidentes, desde Nuevo Laredo, pasando por la capital y llegando al sur de la entidad, todas y todos en busca de sus intereses personales.