Tamaulipas, un estado sin amenazas

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Los malos hábitos pueden ser contagiosos en ciertas circunstancias. Si estamos rodeados de personas que tienen malos hábitos, es posible que nos veamos influenciados a adoptar esos mismos comportamientos.

Por ejemplo, si nuestros amigos fuman, es más probable que nosotros también lo hagamos.

Sin embargo, con conciencia y esfuerzo, podemos resistir la influencia de los malos hábitos y tomar decisiones más saludables para nosotros mismos.

Trasladando lo anterior a la administración pública, algunos malos hábitos que pueden presentarse en un gobierno incluyen la corrupción, la falta de transparencia, el nepotismo, la negligencia en el cumplimiento de deberes, el abuso de poder, la incapacidad para tomar decisiones efectivas, la falta de rendición de cuentas y la falta de participación ciudadana en la toma de decisiones.

Estos hábitos pueden conducir a un gobierno ineficiente, injusto y desconfiable.

También, las amenazas de un gobernante en una democracia pueden llevar a una serie de consecuencias negativas que inciden negativamente en el desarrollo de una sociedad.

Por ejemplo, pueden erosionar la confianza en las instituciones democráticas, debilitar el estado de derecho, socavar las libertades civiles y políticas, generar división y polarización en la sociedad, y aumentar el riesgo de autoritarismo o incluso de ocasionar un colapso democrático.

Es fundamental que en una democracia se respeten los principios fundamentales, como la separación de poderes, el respeto a los derechos humanos, la rendición de cuentas y la autonomía de organismos y universidades.

De esta forma se puede evitar que las amenazas de los gobernantes socaven el sistema establecido.

A nadie ayuda que un mandatario lance desde su posición amenazas a aquellos sectores de la sociedad que en algún momento puedan no tener coincidencias con su forma de gobernar o llevar las riendas de su administración.

Se podría pensar que los tiempos actuales abren la posibilidad para que exista un real intercambio de ideas y opiniones de manera libre, sin que exista el riesgo de sufrir una sanción o castigo por pensar diferente.

La polarización debe acabar y Tamaulipas puede ser un ejemplo.


  • Víctor Hugo Martínez

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