Chile comenzó su proceso de vacunación contra el COVID-19 el 24 de diciembre, al mismo tiempo que México, sin embargo, su avance hoy es significativamente mayor, ya que México ha aplicado apenas 725 mil vacunas, que representan el 0.56% de la población, mientras que Chile tiene 1.89 millones de vacunas aplicadas que alcanzan al 9.9% de su población.
Se podría pensar que la diferencia no es significativa, sin embargo, en unas semanas la distancia será abrupta, porque el ritmo de vacunación en Chile ha sido de 200 mil vacunas aplicadas por día en los últimos días, por lo que para el 25 de febrero superarán la barrera de los 4 millones de personas, que equivale al 21.35% de la población, que incluirá a personal de salud, personas de la tercera edad y profesores.
A dicho ritmo se puede esperar que en el mes de julio Chile haya concluido su plan de vacunación con una cobertura del 100% de su población, mientras que México terminará en un punto todavía indeterminado del 2022.
Es cierto que Chile tiene una economía ligeramente más fuerte que México, que su población es mucho menor en cantidad y que tienen un mejor sistema de salud, sin embargo, ninguna de estas variables justifica una diferencia tan abrupta en la velocidad del proceso de vacunación.
La diferencia real entre los procesos de vacunación de Chile y México, se encuentran en la planificación de los primeros y en la compra oportuna de vacunas, apostando por la diversificación de opciones, mientras que en nuestro país se desaprovechó el tiempo y llegamos tarde al proceso de compra de las diferentes opciones, lo cual implica que tenemos que esperar más tiempo para recibir y, por tanto, aplicar los lotes de vacunas.
La acción oportuna del Gobierno de Chile, al que no le había ido bien en el control previo de la pandemia, ayudará a salvar vidas y acelerar regreso a la normalidad, que sin duda reactivará la economía, mientras que en México seguiremos sufriendo por un tiempo mayor los efectos negativos de la pandemia.
@victorsanval