Durante años Andrés Manuel López Obrador se quejó de la intervención presidencial en los procesos electorales, con actos que le afectaron a él en lo particular, como fue el proceso de desafuero iniciado por Vicente Fox; resulta por tanto paradójico, que ahora que ocupa la Presidencia, utilice su posición para realizar actos similares a los que criticó por años.
Y es que se ha servido de su exposición en los medios a través de las conferencias mañaneras para intervenir de manera clara en el proceso electoral de Nuevo León, atacando a dos candidatos que las encuestas ubican por encima de la candidata de su partido, en un claro intento por nivelar la contienda a base de ataques.
Pero no sólo se trata de ataques mediáticos, sino que la Fiscalía General de la República, que en principio debería considerarse independiente, ha iniciado investigaciones en contra de ambos candidatos, derivado de la presión del Ejecutivo Federal, uno de ellos por una causal en la que irónicamente también ha incurrido la candidata del partido del Presidente, que es la entrega de tarjetas que prometen beneficios en caso de obtener el voto.
La discusión aquí no es si estos dos candidatos han cometido actos indebidos de campaña, es probable que sí y por ende deberían ser castigados, ya que tanto el resto de las candidaturas, como los ciudadanos pueden denunciar estos actos, la puerta está abierta para que se investiguen los mismos.
Lo incorrecto es que el Presidente utilice los recursos del Poder Ejecutivo para inclinar la balanza de un lado, en detrimento de la equidad en la contienda.
En su momento AMLO tuvo razón de quejarse de la intervención de Vicente Fox en la elección de 2006, hoy por ende resulta lamentable y absurdo que incurra en lo mismo, sobre todo después de que en repetidas ocasiones las autoridades electorales le han pedido que evite declaraciones que aludan de forma directa a procesos electorales en curso, sin que hasta el momento haya acatado estas recomendaciones.
@victorsanval